A L.:G.:D.:G.:A.:D.:U.:
Oriente de Buenos Aires, 5 de agosto de 2015 (e.:v.:)
EL NOMBRE SIMBÓLICO EN MASONERÍA
QQ.:HH.: todos:
Cuando nos adentramos en los archivos de la Gran Logia (Argentina), y examinamos actas, planchas y cuadros lógicos de nuestra logia (Renovación Nº 333 ex 161) de la primera mitad del siglo XX, podemos encontrarnos en algún texto, que el H.: Voltare disculpaba la ausencia del H.: José Martí, o que el H.: Carlos Marx le respondía al H.: Bertrand Russell……y el asombro del lector crece cuando descubre que una antigua plancha fue firmada por el H.: Equidad, y otra por el H.: No Violencia.
Con esta breve introducción, QQ.: HH.:, les traigo un tópico que fue tradicional en nuestra logia hasta fines de los años sesenta, el cual es, el uso del nombre simbólico.
Definamos brevemente ¿qué es un nombre simbólico? En “Apercepciones sobre la Iniciación”, René Guenón dice: “Al hablar de los diversos géneros de secretos de orden más o menos exterior que pueden existir en algunas organizaciones, iniciáticas o no, hemos mencionado entre otros el secreto que recae sobre los nombres de sus miembros; y, a primera vista, puede parecer que éste sea de los que hay que colocar entre las simples medidas de precaución destinadas a defenderse contra los peligros que pueden provenir de enemigos cualesquiera, sin que haya lugar a buscar en eso una razón más profunda. De hecho, la cosa es ciertamente así en muchos de los casos, y al menos en aquellos donde se trata de organizaciones secretas puramente profanas; pero, no obstante, cuando se trata de organizaciones iniciáticas, puede que haya en eso otra cosa, y que este secreto, como todo lo demás, revista un carácter verdaderamente simbólico (…)Ya hemos insistido sobre la concepción de la iniciación como un «segundo nacimiento»; es precisamente por una consecuencia lógica inmediata de esta concepción por lo que, en numerosas organizaciones, el iniciado recibe un nombre nuevo, diferente de su nombre profano; (…)Por consiguiente, tendremos para el mismo ser dos modalidades distintas, una que se manifiesta en el mundo profano, y la otra en el interior de la organización iniciática[1]; y, normalmente, cada una de ellas debe tener su propio nombre, dado que el de una no conviene a la otra, puesto que se sitúan en dos órdenes realmente diferentes.(…) De estas consideraciones resulta que un nombre iniciático no tiene que ser conocido en el mundo profano, puesto que representa una modalidad del ser que no podría manifestarse en éste, de suerte que su conocimiento caería en cierto modo en el vacío, al no encontrar nada a lo que pueda aplicarse realmente. Inversamente, el nombre profano representa una modalidad de la que el ser debe despojarse cuando entra en el dominio iniciático, y que, para él, ya no es entonces más que un simple papel que representa en el exterior”
Pero la realidad masónica no era análoga en todo el mundo, mientras Guenón escribía esto en 1946, en España hacía ya varios años que se venía asesinando a masones, por lo cual el nombre simbólico no solo representaba el segundo nacimiento, sino que trataba de evitar la primer muerte.
Nuestra Logia Renovación n°333, nacida en el seno del Gran Oriente Español (GOE), mantuvo hasta entrados los años sesenta la tradición de las Logias Hispanoamericanas, en las que sus miembros utilizaban un nombre simbólico.
Como en todas las logias de origen hispano, en el momento de la iniciación, los masones elegían un nombre simbólico con el que querían ser identificados por el resto de sus hermanos, aceptado por el taller previa consulta, con el cuidado que ofrece el poder uno mismo decidir en forma consiente, transmitir en una sola palabra un aspecto vital del que quisieron informar a los demás miembros.
Si bien el nombre simbólico no nació con los masones, siendo una práctica adoptada por diferentes tipos de agrupaciones, fue a partir del siglo XIX, con y sin represión gubernamental, una marca de las masonerías hispanoamericanas hasta hoy día.
El uso del Nombre Simbólico fue adoptado en 1814 en España, en la región de Galicia. Esta región no fue la única en sufrir el cerco represivo, pero fue la única que adoptó esta peculiaridad. La represión fue hasta ahora la especulación admitida por la historiografía para explicar su uso pese a que varias logias, en su mayoría pertenecientes a obediencias francesas, no registraran tal práctica en momentos especialmente represivos. Asimismo, tal represión no justifica su integración en las costumbres ritualistas de las masonerías hispanoamericanas porque no es un seudónimo cualquiera, proyecta informaciones políticas, ideológicas, mentales, filosóficas, que exceden el límite de una protección contra la represión. No fue pues la represión el elemento primordial de su extendida costumbre en las masonerías hispanoamericanas.
Ahora bien, ¿por qué solo en las masonerías hispanoamericanas? Esta es la pregunta más espinosa porque algún rasgo cultural hispanoamericano ha tenido que influir en esta práctica, el cual o los cuales son muy difíciles de discernir, y tampoco es el objetivo de esta monografía. Hasta el momento no se ha encontrado una documentación que sirva para explicar esta tradición de las logias hispanoamericanas. No obstante, la carga simbólica tan pronunciada en el momento de la iniciación, tras pasar por el cuarto de reflexiones donde decide el neófito si está dispuesto a dejar un mundo para nacer en otro, parece recomendar de forma natural esta práctica.
Los invito QQ.:HH.: a que busquen su nombre simbólico. Yo lo sigo haciendo, aunque todavía no lo encontré, sé que está allí esperando a ser descubierto por mí, como síntesis de los valores masónicos que pregonamos, como parte de nuestro camino iniciático, como símbolo de nuestra búsqueda sin fin.
QQ.:HH.: todos:
Cuando nos adentramos en los archivos de la Gran Logia (Argentina), y examinamos actas, planchas y cuadros lógicos de nuestra logia (Renovación Nº 333 ex 161) de la primera mitad del siglo XX, podemos encontrarnos en algún texto, que el H.: Voltare disculpaba la ausencia del H.: José Martí, o que el H.: Carlos Marx le respondía al H.: Bertrand Russell……y el asombro del lector crece cuando descubre que una antigua plancha fue firmada por el H.: Equidad, y otra por el H.: No Violencia.
Con esta breve introducción, QQ.: HH.:, les traigo un tópico que fue tradicional en nuestra logia hasta fines de los años sesenta, el cual es, el uso del nombre simbólico.
Definamos brevemente ¿qué es un nombre simbólico? En “Apercepciones sobre la Iniciación”, René Guenón dice: “Al hablar de los diversos géneros de secretos de orden más o menos exterior que pueden existir en algunas organizaciones, iniciáticas o no, hemos mencionado entre otros el secreto que recae sobre los nombres de sus miembros; y, a primera vista, puede parecer que éste sea de los que hay que colocar entre las simples medidas de precaución destinadas a defenderse contra los peligros que pueden provenir de enemigos cualesquiera, sin que haya lugar a buscar en eso una razón más profunda. De hecho, la cosa es ciertamente así en muchos de los casos, y al menos en aquellos donde se trata de organizaciones secretas puramente profanas; pero, no obstante, cuando se trata de organizaciones iniciáticas, puede que haya en eso otra cosa, y que este secreto, como todo lo demás, revista un carácter verdaderamente simbólico (…)Ya hemos insistido sobre la concepción de la iniciación como un «segundo nacimiento»; es precisamente por una consecuencia lógica inmediata de esta concepción por lo que, en numerosas organizaciones, el iniciado recibe un nombre nuevo, diferente de su nombre profano; (…)Por consiguiente, tendremos para el mismo ser dos modalidades distintas, una que se manifiesta en el mundo profano, y la otra en el interior de la organización iniciática[1]; y, normalmente, cada una de ellas debe tener su propio nombre, dado que el de una no conviene a la otra, puesto que se sitúan en dos órdenes realmente diferentes.(…) De estas consideraciones resulta que un nombre iniciático no tiene que ser conocido en el mundo profano, puesto que representa una modalidad del ser que no podría manifestarse en éste, de suerte que su conocimiento caería en cierto modo en el vacío, al no encontrar nada a lo que pueda aplicarse realmente. Inversamente, el nombre profano representa una modalidad de la que el ser debe despojarse cuando entra en el dominio iniciático, y que, para él, ya no es entonces más que un simple papel que representa en el exterior”
Pero la realidad masónica no era análoga en todo el mundo, mientras Guenón escribía esto en 1946, en España hacía ya varios años que se venía asesinando a masones, por lo cual el nombre simbólico no solo representaba el segundo nacimiento, sino que trataba de evitar la primer muerte.
Nuestra Logia Renovación n°333, nacida en el seno del Gran Oriente Español (GOE), mantuvo hasta entrados los años sesenta la tradición de las Logias Hispanoamericanas, en las que sus miembros utilizaban un nombre simbólico.
Como en todas las logias de origen hispano, en el momento de la iniciación, los masones elegían un nombre simbólico con el que querían ser identificados por el resto de sus hermanos, aceptado por el taller previa consulta, con el cuidado que ofrece el poder uno mismo decidir en forma consiente, transmitir en una sola palabra un aspecto vital del que quisieron informar a los demás miembros.
Si bien el nombre simbólico no nació con los masones, siendo una práctica adoptada por diferentes tipos de agrupaciones, fue a partir del siglo XIX, con y sin represión gubernamental, una marca de las masonerías hispanoamericanas hasta hoy día.
El uso del Nombre Simbólico fue adoptado en 1814 en España, en la región de Galicia. Esta región no fue la única en sufrir el cerco represivo, pero fue la única que adoptó esta peculiaridad. La represión fue hasta ahora la especulación admitida por la historiografía para explicar su uso pese a que varias logias, en su mayoría pertenecientes a obediencias francesas, no registraran tal práctica en momentos especialmente represivos. Asimismo, tal represión no justifica su integración en las costumbres ritualistas de las masonerías hispanoamericanas porque no es un seudónimo cualquiera, proyecta informaciones políticas, ideológicas, mentales, filosóficas, que exceden el límite de una protección contra la represión. No fue pues la represión el elemento primordial de su extendida costumbre en las masonerías hispanoamericanas.
Ahora bien, ¿por qué solo en las masonerías hispanoamericanas? Esta es la pregunta más espinosa porque algún rasgo cultural hispanoamericano ha tenido que influir en esta práctica, el cual o los cuales son muy difíciles de discernir, y tampoco es el objetivo de esta monografía. Hasta el momento no se ha encontrado una documentación que sirva para explicar esta tradición de las logias hispanoamericanas. No obstante, la carga simbólica tan pronunciada en el momento de la iniciación, tras pasar por el cuarto de reflexiones donde decide el neófito si está dispuesto a dejar un mundo para nacer en otro, parece recomendar de forma natural esta práctica.
Los invito QQ.:HH.: a que busquen su nombre simbólico. Yo lo sigo haciendo, aunque todavía no lo encontré, sé que está allí esperando a ser descubierto por mí, como síntesis de los valores masónicos que pregonamos, como parte de nuestro camino iniciático, como símbolo de nuestra búsqueda sin fin.
F.:D.:C.: - V.:M.: - R.: L.: Renovación 333
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