viernes, 17 de febrero de 2017

El carro alado por el Q.:H.: Heráclito


Es frecuente recurrir a la alegoría de la caverna de Platón para hacer referencia a la posibilidad de adquirir conocimiento. Quisiera aclarar dos puntos en especial: el primero, es que Platón deja librado a la voluntad la acción de rotura de las cadenas que mantienen al hombre fuera del conocimiento de lo real; el segundo, es la elevación que implica el ascenso por la escalera y el descubrimiento del sol, al cual muchos autores asocian (y comparto) con la idea del bien, idea cumbre en el mundo ideal al cual acuden las almas durante su estadía en la verdadera realidad (más allá del cielo, lo supraceleste). El regreso a las sombras de la caverna ya que el hombre siente obligación con sus semejantes al compartir su nuevo conocimiento formaría parte de la tríada de esta alegoría, según mi buen entender.
Pero hoy, QQ:.HH:., quiero referirme a otra alegoría de este maravilloso maestro y es la del carro alado.
Es en el Fedro que describe por primera vez en sus diálogos, los motivos por los cuales las almas caen en los cuerpos, que son su cárcel, hasta su regreso al mundo ideal. Platón atribuye esta caída al hecho de que las almas no son todas iguales y algunas, son más virtuosas que otras, razón por la cual en ese lugar supraceleste también existen diferencias que llevan a disputas y riñas, se les deterioran las alas y caen a este mundo en un nuevo cuerpo (reminiscencia). En esta caída entran en un estado de anamnesia, razón por la cual tendrán que ir recordando las ideas que conocieron. El alma es como un carro alado guiado por un auriga (cochero) y tirado por dos caballos, nuevamente, tres elementos. El auriga es la razón, los caballos representarían los deseos, lo irascible y lo concuspiscible. Estos caballos pertenecen a razas diferentes, uno tiene tendencia al bien y otro al mal. El cochero debe conducirlos para llegar a destino, elevarse por las llanuras del cielo hasta llegar a la llanura de la verdad (función de las alas).
Los mitos escatológicos tienen, a mi entender, un mensaje específico sobre el destino de las almas, acorde a su comportamiento. Pero esto, trataré de explicarlo, en una futura plancha sobre la República, obra del mismo filósofo.
La idea de entender al ser como un todo, es muy posterior al momento en que Platón enuncia la alegoría del carro alado y su equivalencia con los tres componentes del alma.  De cualquier modo, la figura de las alas, la asocio en lo personal, como el elemento que permite elevarnos, muy vinculado a la masonería y sus fines. Como en cada taller donde nuestros trabajos se materializan, enriqueciéndonos.



                                                       H.: Heráclito 
Compañero Masón R.: L.: Renovación Nº 333

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