Platón (427-347 a.C.), filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles, entre sus obras, escribió en su época de madurez, la República(1). La obra está compuesta por diez libros, que en forma independiente abordan diferentes temas de discusión que se van presentando en el discurrir del relato. Respecto de estos libros, nos centraremos en el Séptimo, puesto que el mismo se inicia con la exposición del conocido mito de la caverna, además de importar una alegoría de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento.
Particularmente el mito de la caverna, conlleva para los masones, la idea de la iluminación propia del autoconocimiento y del saber.
Dijo alguien(2): “La alegoría de la caverna pretende poner de manifiesto el estado en que, con respecto a la educación o falta de ella, se halla nuestra naturaleza, es decir, el estado en que se halla la mayoría de los hombres con relación al conocimiento de la verdad o a la ignorancia. Así, los prisioneros representan a la mayoría de la humanidad, esclava y prisionera de su ignorancia e inconsciente de ella, aferrada a las costumbres, opiniones, prejuicios y falsas creencias de siempre. Estos prisioneros, al igual que la mayoría de los hombres, creen que saben y se sienten felices en su ignorancia, pero viven en el error, y toman por real y verdadero lo que no son sino simples sombras de objetos fabricados y ecos de voces. Este aspecto del mito sirve a Platón para ejemplificar, mediante un lenguaje plagado de metáforas, la distinción entre mundo sensible y mundo inteligible (dualismo ontológico), y la distinción entre opinión y saber (dualismo epistemológico). La función principal del mito es, no obstante, exponer el proceso que debe seguir la educación del filósofo gobernante, tema central del libro VII. Este proceso está representado por el recorrido del prisionero liberado desde el interior de la caverna hasta el mundo exterior, y culmina con la visión del sol. El mito da a entender que la educación es un proceso largo y costoso, plagado de obstáculos y, por tanto, no accesible a cualquiera. El prisionero liberado debe abandonar poco a poco sus viejas y falsas creencias, los prejuicios ligados a la costumbre; debe romper con su anterior vida, cómoda y confortable, pero basada en el engaño; ha de superar miedos y dificultades para ser capaz de comprender la nueva realidad que tiene ante sus ojos, más verdadera y auténtica que la anterior. De ahí que el prisionero deba ser “obligado”, “forzado”, “arrastrado”, por una “áspera y escarpada subida”, y acostumbrarse poco a poco a la luz de fuera, hasta alcanzar el conocimiento de lo auténticamente real, lo eterno, inmaterial e inmutable: las Ideas. Pero no acaba aquí la tarea del filósofo: una vez formado en el conocimiento de la verdad, deberá “descender nuevamente a la caverna” y, aunque al principio se muestre torpe y necesite también un período de adaptación, deberá ocuparse de los asuntos humanos, los propios del mundo sensible (la política, la organización del Estado, los tribunales de justicia, etc.). Es muy importante relacionar este mito con los conocimientos generales sobre la filosofía de Platón, en especial con la teoría de las Ideas, la distinción entre conocimiento y opinión, etc., y poner especial atención en interpretar correctamente las abundantes metáforas del mito (“la visión”, “las cadenas”, “las cosas del interior”, “las cosas de arriba”, “el sol”, etc.) traduciéndolas a los respectivos conceptos de la filosofía platónica.”.
Recordemos que en nuestra ceremonia de iniciación, el profano ha entrado en la cámara de reflexiones, ha hecho su testamento simbólico, ha cumplido con los viajes que prescriben nuestros rituales y ha hecho también una promesa -muy seria por cierto-, y con los ojos vendado, ha esperado uno de los momentos cumbres de su iniciación, representado con la luz que se le devolverá (la vista), la luz literal.
¿Que implica simbólicamente la luz?
La Luz para los masones es la iluminación proporcionada por el conocimiento, por el saber iniciático.
Como refiere Adoum(3): “Desde el momento en que el practicante comienza a dirigir la luz del pensamiento concentrado hacia su mundo interior, la Iluminación comienza a invadir su Templo, poco a poco, y el dominio de su mente equivale al aceite que alimenta a la lámpara encendida.”.
Sandro M.:M.:
R.:L.: Renovación N° 333
Llamadas
(1) República, en griego, Πολιτεία (Politeia), de polis, que significa ciudad-estado cuya traducción sería más acorde al título original.
(2) Ver fuente en el sitio: http://www.unsam.edu.ar/escuelas/ciencia/docs/Platon%20El%20mito%20de%20la%20caverna%20-%20Admisi%C3%B3n%20IEU.pdf
(3) Jorge Adoum - El Aprendiz y sus Misterios - Primer Grado, p. 10.
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