Tanto Aristóteles como Newton, pensaban que el tiempo era absoluto, es decir, ambos creían que se podía afirmar inequívocamente la posibilidad de medir el intervalo de tiempo entre dos sucesos sin ambigüedad alguna, y que dicho intervalo de tiempo sería a su vez, el mismo para todos aquellos que lo midieran, siempre y cuando utilizaran un buen reloj. Al amparo de estas ideas el tiempo estaba totalmente separado y era independiente del espacio. Estas nociones fueron barridas por la tan mentada teoría de un desconocido burócrata de la oficina de patentes de Suiza.
Ahora bien, ¿como se relacional el tiempo y el espacio con nuestro trabajo en el taller?
En primer lugar hay recordar que es en física un “suceso”:
“Un suceso es algo que ocurre en un punto particular del espacio y en un instante determinado. Por ello, se puede describir por medio de cuatro números o coordenadas… tres coordenadas espaciales… y una medida de tiempo… A menudo resulta útil pensar que las cuatro coordenadas de un suceso especifican su posición en un espacio cuatridimensional llamado espacio tiempo.”(1)
Por ejemplo el sol se apaga en este mismo instante, este suceso solamente será percibido en la tierra con una diferencia de ocho minutos que es tiempo que tarda la luz en llegar hasta nosotros. Nuestros ojos ven un suceso que ocurrió hace ocho minutos y nos parece que tal acontecimiento está ocurriendo en este momento.
Notemos que en el interior de templo masónico: “el tiempo y el espacio son concebidos… en forma independiente al tiempo y al espacio de la realidad que se abre más allá de sus puertas”(2). En razón de ello importan un suceso en si mismo, o dicho en otras palabras, una posibilidad mental del espacio tiempo.
Para un observador externo, en este momento son por ejemplo las veintiún horas de un día miércoles de julio de 2010, pero para nosotros, ubicados en la línea de sucesos, esto es, puertas adentro, el tiempo es otro. Como reza nuestra liturgia en este momento es de día y probablemente sea un bello día, puesto que los aprendices abren los trabajos a las doce del medio día en punto, cuando el sol se encuentre en el cenit y los cierran a media noche, también en punto.
Para este mismo observador, las horas que los Masones estamos bajo el egregor de la logia, ni siquiera equivale a doce horas, si no tan solo a algunas pocas, un par, por ejemplo.
Pero para nosotros, que estamos inmersos en líneas de los sucesos, estos acontecimientos equivalen simbólicamente a doce horas de trabajo.
Para terminar, si el sol se apagara en este instante, simbólicamente para nosotros este brillaría por siempre, por que cuando estamos trabajando en logia, nuestra línea de sucesos, por lo menos en un plano poético, no se encontraría en el mundo profano.
Sandro
1) Stephen W. Hawking,
Historia del Tiempo, Bs. As. 1992, Editorial Planeta Argentina
S.A.I.C., p. 44.
2) Ritual & Libro de
Aprendiz Masón, Primer Grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado,
p.45.
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