A L.·. G.·. D.·. A.·. D.·. U.·.
LIBERTAD IGUALDAD FRATERNIDAD
ORIENTE DE BUENOS AIRES 17 DE FEBRERO
2016 (ERA VULGAR)
SOLIDARIDAD: MANDATO Y DESEO.
Escribe R.·. H.·. Cyrano de Bergerac
Venerable Maestro y queridos hermanos todos:
Por sugerencia del Venerable Maestro grabo esta plancha. Le agradezco además haberme enviado trabajos sobre el tema. Nuestro V M tiene la obstinada tarea de la docencia masónica. Y para aquellos que somos más remisos, renuentes, resistentes y todo eso a la formación masónica, es una necesaria y grata tarea alentarlo a que continúe en ese sendero.
Entre los Oficiales que componen una Logia masónica, el H:. Hospitalario encarna la virtud de la Caridad, que también podemos denominar “solidaridad”, como lo testimonia el corazón que figura en la joya de su collar.
Es el depositario del “Tronco de la Viuda” o “de Beneficencia” destinado a socorrer las necesidades pecuniarias de los miembros de la Logia y de sus familias impedidos por motivos de salud o de otra índole.
En algunos rituales, el Venerable Maestro le dice al hermano que acaba de ver la luz masónica: “sois en verdad un objeto de caridad: Casi desnudo, sin un centavo, ni siquiera un botón o alfiler que ofrecer a esta Logia. Permitid, Hermano mío, que esto tenga un último efecto sobre vuestra mente y vuestra conciencia; y recordad, si alguna vez veis a un amigo, pero más especialmente a un Hermano, en una condición semejante de desamparo, que debéis contribuir tan liberalmente a su sostén y socorro, como sus necesidades parezcan exigir y vuestra capacidad os permita, sin ninguna ofensa material para vos o vuestra familia”.
El Hospitalario debe rechazar con energía, todos los pedidos que no fueran lo suficientemente claros o que dieran lugar a dudas. Es preciso que el Hospitalario sea un hombre sagaz para juzgar tanto el lenguaje como la posición de los individuos que solicitan asistencia de la Logia, que sepa examinar bien el mérito de las solicitudes, rechazando con energía todo lo que viera poco claro o le suscitara dudas.
El término Tronco de Solidaridad, es un galicismo que se aplica a la bolsa o saco o cofre que circula en la logia para recoger los óbolos de los masones presentes y ausentes representados. También se denomina Saco de Beneficencia, Saco de Pobres, Tronco de la Viuda, etc.
El uso del Tronco de Solidaridad se remonta a la Masonería francesa de finales del siglo XVIII. Es por eso que los ritos de origen francés, como el Escocés Antiguo y Aceptado, el llamado Moderno, el Adonhiramita, incluyen su circulación en logia. No así el inglés o germano.
Para depositar en el tronco, un masón usa la mano derecha, despojada del guante, e introduce su óbolo con la mano cerrada, expresando si lo desea algún pensamiento relacionado con la Solidaridad. Hay quienes afirman que la mano debe retirarse abierta con lo que se quiere dar a entender que el tronco debe ser siempre engrosado, nunca adelgazado.
Sin embargo, hay quien sostiene que todo H:. tiene la obligación moral de contribuir a engrosar el Tronco de la manera más generosa posible, primeramente a favor de sus hermanos y luego de los necesitados en el mundo profano. Pero en caso de necesitarlo, igualmente posee todo el derecho de retirar de él de la manera más discreta y moderada, sin mediar para ello explicación alguna. De todos modos, hay otras interpretaciones que señalan que si algún hermano requiere la ayuda del tronco, debe solicitarlo al Hospitalario o al Venerable, según el caso.
El Tronco de solidaridad nos recuerda en fin, que aquel que tenga la idea, el sentimiento y la voluntad de hacer el bien y prestar un servicio a sus hermanos y a la humanidad, siempre encontrará la manera de hacerlo. Por eso la Solidaridad y la Beneficencia implican en lo más profundo de nuestro ser como masones, un acto de amor fraternal y hacia la humanidad en su conjunto.
Mis reflexiones sobre el tema me llevan a establecer en primer término la diferencia entre el símbolo y lo simbolizado. La masonería especulativa comunica sus verdades a través de símbolos. El símbolo puede ser determinado, lo simbolizado no. Si así lo fuera, lo simbólico se desliza al pantano de lo dogmático. Una solo Dios, una sola verdad, un solo pensamiento verdadero. En Masonería, lo dogmático se asoma, y no pocas veces. Decir “masonería regular” tiende a eso. Oriente Regular. Algo así como la historia oficial. De eso los masones tenemos que estar siempre advertidos. Coagular, cristalizar, fosilizar un símbolo es el fin de la historia. O sea: someternos al patético devenir del eterno retorno de lo mismo. Por eso creo que el análisis de las tareas del Hospitalario son un excelente analizador para pensar temas candentes en la actualidad de nuestra cultura: carencia, necesidad, desamparo, solidaridad. Un tema fundante: la solidaridad, la caridad, la ayuda mutua: ¿son situaciones estructurales o de coyuntura? El “siempre habrá pobres entre ustedes” ¿es un orden natural? Escribí sobre cultura represora. Se organiza como amenaza, mandato, culpa y castigo. Toda cultura represora tiene por lo menos estas cuatro características. Y justamente la amenaza del desamparo, o el castigo del desamparo, remiten al fundante culpógeno de nuestra subjetividad. El “por algo será” nos atraviesa consiente o inconscientemente cuando pasamos cerca de personas dormidas, desmayadas, en coma por hambre, en las veredas de la ciudad. La cultura represora organiza la carencia y luego tiene la coartada política y moral de implementar la solidaridad, la caridad, la beneficencia. Que no es lo mismo, pero que en el marco de la cultura represora es lo mismo. Esa es a mi criterio la diferencia fundante con la solidaridad masónica. La pobre viuda simboliza al desamparo de mujeres y niños en el marco de una sociedad patriarcal. Cuando el patriarca desaparece, sea patriarca feudal, patriarca burgués, el correlato necesario es el desamparo y la absoluta insatisfacción de las necesidades básicas. Esa es la enfermedad social. Y política. El remedio siempre está en defecto. Frazada demasiado corta para los cuerpos desamparados. La masonería no es un orden patriarcal, sino fraternal. No hay Padres, hay hermanos. Puede y debe haber el “primum inter pares”. Eso habilita asimetrías, pero desaloja jerarquías. Entonces el tronco de la solidaridad no es solamente el ejercicio necesario de un remedio paliativo ante una enfermedad social, política, económica. El Hospitalario en su necesaria presencia es denuncia del orden represor que lo hace necesario. Cada vez que el Hospitalario circula el saco, los hermanos deberían repetir como eco rebelde: libertad, igualdad, fraternidad. Por una sociedad donde la solidaridad, la caridad, la beneficencia no sean los remedios escasos frente a las enfermedades epidémicas y endémicas de las fábricas de pobreza. Sin ese fuerte y combativo deseo, la solidaridad terminará siendo apenas un ritual fósil, algo así como un remedio vencido.
Esta es a mi criterio la dimensión simbólica del tronco de la solidaridad. Simbolismo que cada hermano, según su leal saber y entender, complejizará y cuestionará para que lo simbolizado siempre tenga fuerza y vigor.
Cumplido Venerable Maestro.
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