Desde luego que no fueron los ingleses los que reconocieron a los masones argentinos. Valencia tenia poderes conferidos por la masonería brasileña, ajena a la tradición argentina, y Pérez,relaciones estrechas con la Gran Logia de Montevideo, que era el centro masónico fundamental en el Rio de la Plata.
Miguel Valencia era, como Pérez, un jurisconsulto. En 1832 había sido redactor de El Telégrafo del Comercio, pero al poco tiempo tuvo que abandonar Buenos Aires por la persecucion rosista y se trasladó al Brasil, donde dictó varias cátedras de derecho en la Universidad de Río de Janeiro y colaboró en el periodismo.
Después de Caseros, Valencia fue miembro de la judicatura, dictó cátedra en la Facultad de Derecho porteña y, a partir de 1853, formó parte del Senado bonaerense en la fracción antiurquicista. Era un orador fogoso y su actividad política fue favorable al partido porteño.
En la masonería lo había iniciado el doctor Julián Alvarez (1788-1843), figura clave de la masonería en mayo de 1810'3. Valencia militó en la masonería chilena y en la "Logia Capitular Regeneración", de Niteroi, Brasil.
Al retornar a Buenos Aires, mantuvo diferencias con José Roque Pérez, apresurándose a crear, a principios de 1857, el denominado "Gran Oriente de la Confederación Argentina", pero su esfuerzo fue efímero y poco aglutinante. Jose Roque Pérez y la amplia mayoría de los masones de la época no querian una masonería unitaria sino que pretendían otra que impulsara la unidad nacional. En pocos meses, Pérez recorrió las tres logias que reconocían el liderazgo de Valencia y lo dejó sin base de sustentación. Con las que le respondian y con aquellas que se habían agrupado junto al doctor Valencia, José Roque Pérez fundó la actual Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
La constitución de la Gran Logia dio organicidad a las diversas logias, uniendo a las que actuaban en Buenos Aires y luego a éstas con las del interior del país. Aquel 11 de diciembre de 1857 realizaron el pacto de unión las logias "Union del Plata", "Confraternidad Argentina", "Consuelo del Infortunio", "Tolerancia", "Regeneración", "Lealtad" y "Constancia", eligiendo como Gran Maestre al doctor Jose Roque Pérez. Jurista notable, diplomático, filántropo y humanista, Pérez, junto a otros cofrades, en su mayoría médicos - como el doctor Manuel Gregorio Argerich -, murieron socorriendo a los enfermos durante la epidemia de fiebre amarilla. El pintor uruguayo Juan Manuel Blanes (1830-1901) inmortalizó a los mártires masónicos en su cuadro La fiebre amarilla, donde están representados José Roque Pérez y Argerich, junto a un adolecente, trasponiendo el portal de una casa y aparecen una mujer, en el suelo, muerta, y su bebé gateando en busca de socorro.
Bibliografía
La Masonería
Política y Sociedades Secretas
Emilio Corbière
Editorial Sudamericana
Páginas 150,151,152
Política y Sociedades Secretas
Emilio Corbière
Editorial Sudamericana
Páginas 150,151,152
Fuente de la nota: http://www.masoneria-argentina.org.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=15&Itemid=33
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