La integración de hermanos de raza negra en las logias masónicas parece remontarse al siglo XIV, ya que, según refiere A. Roberts, eran mencionados en los reglamentos de los masones operativos, redactados en el Guildhall de Londres en 1356. Por otra parte, en los países de ultramar en los que los colonizadores europeos (también españoles) crearon logias especulativas, los hombres negros, libres y con suficiente formación básica, eran siempre admitidos, aunque el sistema económico imperante restringiera su número y no faltaran las discusiones sobre la idoneidad de ciertos candidatos. Afortunadamente esas injustas circunstancias fueron mutándose y, como resultado, hoy día son varias las Grandes Logias independientes existentes en África, Asia e Hispanoamérica.
En 1775 fueron iniciados en Boston quince hombres de raza negra. Uno de ellos se llamaba Prince Hall. La iniciación se llevó a cabo en el seno de una Logia militar irlandesa que abandonó la ciudad poco después. Los masones negros formaron entonces su “Logia Africana Nº 1”. En 1784 Prince Hall y sus Hermanos solicitaron la integración de esta Logia en la Gran Logia de Massachusetts, pero les fue denegada, por lo que dirigieron nueva petición a la Gran Logia de Inglaterra (la andersoniana, existente hasta 1813), con resultado positivo. La “Logia Africana” de Boston figuró con el número 459 en el elenco de la Gran Logia de Inglaterra. Sin embargo, tras la desaparición de aquella Gran Logia Madre, en 1813, la nueva Gran Logia Unida abandonó a los Hermanos negros de Boston, según expone Roberts, de la misma forma que hizo con gran número de logias americanas fundadas o admitidas en el seno de la primitiva Gran Logia de Inglaterra. La razón aducida fue la falta de información regular sobre las actividades de aquellas logias.
A partir de 1789 los masones de “La Africana” crearon otras logias en Providence y en Nueva York y formaron así, en la práctica, una Gran Logia Africana, con el H. Prince Hall como Gran Maestre. Esa situación se oficializó en 1827, mediante una comunicación enviada a todas las Grandes Logias. Éste fue luego el punto fuerte de la discusión que se suscitó a lo largo del siglo pasado sobre la legalidad de la Gran Logia negra de Estados Unidos y que ha durado hasta nuestros días, en que el tema parece haberse zanjado. Lo injusto de la situación que se creó con la actitud obstinada de las Grandes Logias americanas es puesto de relieve por Allen Roberts, señalando que la creación de nuevas logias a partir de las preexistentes había sido habitual en las colonias americanas y muy concretamente en Virginia. Debemos añadir que la fórmula fue también habitual en Europa, en períodos y circunstancias conocidos. Las logias así fundadas solicitaban luego, generalmente, su integración en el seno de alguna federación, sometiéndose a las pruebas de legitimidad oportunas, o formaban nuevas federaciones, facilitando información masónica sobre su constitución legítima, a fin de establecer las relaciones de convivencia masónica necesarias. Con arreglo a este criterio, que fue el de la Gran Logia Madre de 1717, se creó la Gran Logia de Francia en 1736.
En 1847 la Gran Logia Africana adoptó el nombre de su fundador, pasando adenominarse Gran Logia Prince Hall. Hoy día existen Grandes Logias Prince Hall en todos los Estados de la Unión. Los rituales o métodos de trabajo masónico que utilizan son semejantes a los de las restantes masonerías, imprimiéndoles carácter propio, como ocurre siempre. Notables miembros de otras Grandes Logias americanas han colaborando esporádica y fraternalmente con Prince Hall en la elaboración de rituales y reglamentos, como lo hizo durante años el Hermano John Dove, uno de los más importantes ritualistas norteamericanos de su tiempo.
Me parece importante reproducir aquí literalmente algo de lo que el H. Allen Roberts explicó respecto a su intervención en la Conferencia de Grandes Maestres americanos de 1989, refiriéndose a los recelos de las Grandes Logias respecto a Prince Hall:
“Abogué en pro de que la Francmasonería pusiera en marcha su Fraternidad y su Universalidad en el seno de la Orden. La Gran Logia de Connecticut se hizo eco de ello ese mismo año. Después, alrededor de otras
veinte Grandes Logias de Estados Unidos y Canadá han establecido relaciones fraternales con Prince Hall.
Pretendemos que exista la universalidad masónica, pero ¿la hay ya?"
(Extracto de “Respuesta masónica-Edición revisada”, de Amando Hurtado. edit.masónica.es, en 2010)
Fuente de la Nota http://www.logiagenesis.com/iv/content/view/172/42/
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