sábado, 22 de agosto de 2015

Alejandro Dolina y la Escalera de Jacob


jueves, 20 de agosto de 2015

Plancha Trazada sobre "Nombre simbólico, reflexiones y propuesta personal" por el V.·.H.·.Gorgias

Oriente de Buenos Aires, 5 de agosto de 2015, e.·.v.·.

Nombre simbólico, reflexiones y propuesta personal
V.·. M.·. y QQ.·. HH.·. todos

El motivo de esta plancha es doble. En primer lugar sintetizaré algunas consideraciones relativas al nombre simbólico masónico, su historia y función en la orden. En segundo lugar cumpliré con una intención largamente pospuesta por mí, que es la adopción de un nombre simbólico.
En mi carrera masónica el tema del nombre simbólico ha sido motivo de muchas charlas tanto en Log.·., como en pasos perdidos. Sin embargo, debo confesar que ya siendo maestro no había hecho lectura alguna al respecto. Hace algunos años había resuelto  adoptar un nombre simbólico por lo que decidí interiorizarme en torno a esta tradición, pero descubrí que la bibliografía al respecto es insuficiente y mayormente orientada al mundo académico profano. No voy a hacer una historia del uso de nombres simbólicos en la masonería porque eso fue/será tarea del V.·.M.·. de nuestro Taller (ver trabajo citado). 
Me voy a limitar a señalar dos aspectos que me llamaron la atención. Primero, de acuerdo a la bibliografía que circula por ámbitos académicos profanos, como los trabajos de Yván Pozuelo,(1) Françoise Randouyer (2) y Roldán Rabadán,(3) la adopción de nombres simbólicos (generalmente en el momento de la iniciación) fue una práctica relativamente marginal en la masonería. Al parecer, la costumbre de adoptar un nombre simbólico estaba principalmente circunscripta a las LL.·. alemanas y españolas durante los siglos XIX y XX.  A veces fueron utilizados como un “nombre de guerra” ante la posibilidad de persecución política. 
Independientemente de este uso práctico podemos proponer otras razones por las que se adoptó esta práctica. Una posibilidad tiene que ver con la idea de renacer. Así, el cambio de nombre era considerado como un símbolo del ciclo “muerte y renacimiento” de la iniciación masónica. Esta concepción ha sido percibida como una analogía al cambio de nombre que acompaña al ingreso a órdenes monásticas o mendicantes cristianas. No obstante, esta última afirmación no termina de convencerme puesto que el nombre simbólico es la adopción de otra identidad pero no una “nueva identidad”. Una de las características del nombre masónicos es la invocación de una identidad preexistente, y de ninguna manera completamente nueva. En tal sentido, la identidad no se concibe como un renacer sino como la invocación de un nombre preexistente que se asume como modelo. En este sentido, resulta más probable la tercera posibilidad, esto es, que los nombres simbólicos eran adoptados porque (como sostiene Pozuelos a diferencia de Randouyer) ellos expresaban una orientación política o ideológica definida. En el caso de las Log.·. de los siglos XIX y XX la impronta era claramente liberal aunque hubo (y hay) casos de la izquierda socialista. En el caso de las logias hispanoamericanas, en particular en las Log.·. de exiliados españoles, se adoptaban a una gran variedad de categorías de nombres de personas ilustres o conceptos asociados a la tradición ilustrada. Por último, cabe recordar que hubo algunas tentativas de suprimirlos y en la actualidad la práctica está perdiendo el uso cotidiano aunque haya un gran número de HH.·. que aún lo poseen.
La segunda cuestión es ¿Por qué elegir hoy un nombre simbólico, si sería una institución en decadencia? No hay respuesta sencilla a ello. Puede darse por muchas razones, entre las cuales la vanidad no parece ser una motivación menor. Otra posibilidad, es la de asegurar el anonimato del H.·., algo que no tiene que estar necesariamente relacionado con un contexto de persecución política. Hoy en día, incluso en países donde rige el pleno estado de derecho y la pertenencia a la masonería no supone un peligro frente a la acción coactiva del Estado, es posible que ciertas actitudes retrógradas supongan un riesgo social o laboral.   
No obstante estas posibilidades, en la inmensa mayoría de los casos en los que se adopta un nombre simbólico hay una reflexión personal, un desear ser, un modelo a seguir o el reconocimiento de un vínculo intelectual-afectivo con la persona/concepto adoptado. Por lo tanto, al asumir el nombre simbólico, el masón dice de sí mismo aquello que espera sea su aporte distintivo a la orden o el fin a alcanzar. En definitiva, con el nombre simbólico asume un compromiso. Entonces, ¿es necesario adoptar un nombre simbólico? Necesario, no. Pero un nombre simbólico es una de las muchas maneras en que se expresa la responsabilidad que el masón asume el día de su iniciación.
Precisamente, luego de estas reflexiones presento ante ustedes, mis queridos hermanos, mi elección de un nombre simbólico por el que, de aquí en más seré reconocido entre columnas: Gorgias.

Mi nombre simbólico
Antes de pasar a justificar mi elección, empezaré por un breve esbozo biográfico. Gorgias de Leontinos (490-380 a. de e.·.v.·.) fue un célebre filósofo griego nacido en el sur de Italia. Fue discípulo de Empédocles de Agrigento y de Córax de Siracusa. Alrededor del año 427 a. de e.·.v.·. se instaló en Atenas donde se dedicó a la enseñanza de la retórica. Fue maestro de Tucídides, Agatón, Isócrates, Critias y Alcibíades. Gorgias perteneció al movimiento filosófico hoy conocido como el de los sofistas, quienes han gozado de una pésima reputación gracias a los ataques dirigidos por Platón. Siguiendo los principios de la filosofía eleática, Gorgias sostenía un escepticismo ontológico que se combinaba con  la convicción de que sólo a través del razonamiento metódico y de la correcta expresión de sus conclusiones era posible alcanzar el conocimiento. En una de las obras que se le atribuye, Sobre la Naturaleza o el No Ser  Gorgias desarrolló las tres célebres tesis que resumirían su filosofía:
Nada existe.
Si algo existiera, no podría ser conocido por el hombre.
Si algo existente pudiese ser conocido, sería imposible expresarlo con el lenguaje a otro hombre.
No obstante estos reconocidos postulados, el escepticismo de Gorgias no puede ser definido como mero nihilismo, ni que sostuviera la ausencia de convicciones verdaderas acerca del mundo material así como de valores morales. Por el contrario, Gorgias aspiraba a la superación de la ontología de los físicos poniendo el énfasis en los procesos de adquisición y transmisión del conocimiento. Una derivación curiosa (y un tanto lúdica) de sus preocupaciones metodológicas era su juego retórico que constaba en defender alternativamente una tesis y su contrario (como lo hizo en otro de los pocos discursos que se le atribuyen: La defensa de Helena). Este juego no era un ejercicio cínico sino que era un recurso pedagógico que ayudaba a su audiencia a reconocer los métodos de la apropiada argumentación y a descubrir la manera en que las palabras juegan con la realidad, más que representarlas.
Ahora bien, ¿por qué elegir a Gorgias? Una razón no menor para mi elección tiene que ver con que mi primera plancha en este mismo templo hace ya 15 años versó sobre el diálogo Gorgias de platón y la importancia del lenguaje en el conocimiento. Por otro lado, que retomando a Gorgias como el más conspicuo exponente del movimiento sofístico me pareció una manera de hacer justicia a un movimiento filosófico que fue bastardeado pero que en su momento fue soporte de la democracia (así como el Platonismo sustentó los regímenes monárquicos y oligárquicos) poniendo en relieve dos valores en los que me veo reflejado:
1. La relatividad y provisionalidad del conocimiento. Que supone que aquello que consideramos verdadero, bueno y deseable es el fruto de la investigación humana y que, por lo tanto, está regido por las leyes del cambio. Como propuso Marx en el manifiesto comunista con una frase de la que se apropió Marshall Berman: “Todo lo sólido se desvanece en el aire y todo lo sagrado es profanado” Así, nada debe estar más allá del escrutinio de la razón y no hay verdad que sea tan sagrada como para no ser interpelada por los hombres. En especial las de uno mismo. Así seremos capaces de plantear una concepción humanista del saber, que pone a la humanidad como especie (y no al hombre en tanto individuo) como medida de todas las cosas y fin legitimante de toda acción.
Y como consecuencia:
2. El papel del lenguaje en la formación de la verdad. El lenguaje (es decir el discurso racional) no sólo describe la realidad sino que también la forma al determinar la manera en que lo percibimos. Además, todo lenguaje es performativo antes que descriptivo por lo que  debemos conocer las reglas que lo rigen en tanto razonamiento (lógica), como las que rigen la expresión oral (retórica) y escrita (gramática) como herramientas en la construcción de nuestro templo.
En suma, a diferencia de la mojigatería moral del Platonismo (pero no de Platón), que se proponía hallar los absolutos del universo en entidades ideales, los sofistas promovieron una aproximación al saber que des-absolutizaba la verdad y promovía la diversidad y en consecuencia, la tolerancia. Por eso, creo que la masonería debería ser menos platónica, sentirse menos un club de iluminados salidos de la caverna y plantearse la duda como compañera de viaje, pensarse como eternos aprendices en busca de una verdad siempre esquiva o ubicada en una utopía. En definitiva, como masones debemos abandonar la aspiración de ser una “vanguardia”  portadora de la verdad para retornar a ser obreros abocados a su búsqueda.
Cumplido V.·.M.·.
Gorgias
M.·.M.·.


Notas
(1) Yván Pozuelo “Notas sobre el “nombre simbólico” en Hispanoamérica”
(2)  Françoise Randouyer “Ideología masónica a través de los nombres simbólicos”
(3)  María Teresa Roldán Rabadán “Análisis y estudio de los "nombres simbólicos utilizados por los miembros de cuatro logias madrileñas”

domingo, 16 de agosto de 2015

Puntapié (reflexiones, críticas y pensamientos internos de un Aprendiz) por el QH.: Facundo O.:S.:

A L.:G.:D.:G.:A.:D.:U.:

Oriente de Buenos Aires, 5 de agosto de 2015 (e.:v.:)

V.:M.: y  QQ.:HH.: Todos:

Puntapié

Este trabajo tal como su humilde título lo dice es el punto de partida acerca de una serie de planchas que tengo por objeto próximo presentar. Se tratan acerca de ciertas reflexiones, críticas y pensamientos internos que tengo el agrado de compartir frente a todos mis QQ.:HH.:
En el evangelio de Juan, en el capítulo 14 versículo 16, la biblia nos dice: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. 
Ahora bien "¿Qué es la verdad?" La Real Acedemia Española propone varias definiciones respecto a dicho concepto, de los cuales solo mencionare unos pocos ejemplos:

1.Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente.
2.Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.
3.Proposición que no se puede negar racionalmente.

La palabra verdad, como tal, proviene del latín veritas o veritatis. En este sentido, la verdad supone la concordancia entre aquello que se afirma con lo que se sabe, se siente o se piensa. Por consiguiente tal concepto también abarca valores íntimos y subjetivos. En este punto, trae consigo una carga emocional de asegurar que alguien está en lo cierto y que otra persona está equivocada. Dicho esto es indudable que no se puede tener una sola definición en la que todos los pensadores, historiadores e investigadores estén de acuerdo.

Por otro lado, la verdad implica siempre una relación entre un sujeto, es decir, una inteligencia, y un objeto, osea, una realidad. Como tal, la verdad es la concordancia del pensamiento con lo real. En este sentido, si tal correspondencia no se da, entonces podemos afirmar que se trata de una proposición falsa. Esta formulación, proveniente de Aristóteles, mantiene su vigencia hasta la actualidad. Por otro lado, Santo Tomás de Aquino, refería que la verdad era la inteligibilidad del ser y la correspondencia de la mente con la realidad, mientras que, para Kant, la verdad era una perfección lógica del conocimiento.
Para continuar y complementar la presente plancha quiero agregar dos conceptos que se desprenden de la definición de verdad, se trata de la verdad relativa y la absoluta.

•Las verdades absolutas son proposiciones que serían válidas para todas las culturas y tiempos. En este sentido, las verdades absolutas son aquellas que podemos atribuir a la naturaleza y a determinados fenómenos o hechos, que son fijos, invariables, inalterables, así como también pueden pueden ser atribuidos a alguna significación trascendental o divina. En este punto, la humanidad, las diversas sociedades y religiones han intentado imponer como absolutas diversas ideas, como el concepto de Dios por ejemplo.

• Las verdades relativas son todas aquellas proposiciones que únicamente son válidas en relación a alguna norma, circunstancia, convención o punto de vista. De allí que la verdad de determinadas afirmaciones o proposiciones depende de cómo se las esté viendo, desde qué época, cultura y contexto.

Mencionado esto QQ\HH\quiero realizar una breve reseña acerca como “la verdad” y la imposición de ella por parte de clases o sectores dominantes a lo largo de la historia.

La imposición de verdades religiosas, por medio de la fuerza y la subyugación de pueblos, tales como ocurrió en el caso del Islam y su avance por medio oriente y norte africano en la nombrada "YIHAD", la cual lamentablemente continuamos percibiendo dicho fanatismo, y lo abominable de los sus actos al servicio del extremismo religioso y por que no del político.

Asimismo cabe resaltar el paralelismo ocurrido en el avance del Cristianismo por la Europa pagana y en la América, donde avanzó con fiereza y acero la "Evangelización" por sobre los pueblos germanos, nórdicos, celtas y los pueblos originarios entre otros.

Un ejemplo que no quiero dejar de mencionar fue lo ocurrido en el quiebre de paradigma en el poderoso imperio Romano, en el cual vívían dentro de sus fronteras millones de personas, las cuales esta demás decir que profesaban una numerosa variedad de religiones, ya que el imperio en estos asuntos ("teológicos") era tolerante siempre y en cuanto se cumplan las disposiciones imperiales referentes a lo tributario. Atento a ello cabe mencionarse que en Roma, se practicaban y se rendían culto a numerosas deidades de diversos orígenes. Dicho esto QQ.:HH.: formulo la siguiente pregunta ¿Cual habrá sido el impacto de las personas, no de los magistrados o funcionarios del gobierno, sino del ciudadano común, del plebeyo, tras la conversión de todo el imperio multi religioso a una única religión oficial? ¿Cómo habrá vivido esta transformación de tales magnitudes decidida por tan pocos? ¿Cómo se habrá asimilado esa nueva “verdad”?

Otra mención a explayarme es la verdad del geocentrismo, la que planteaba en un principio y con todas las limitantes propias de la época, que la tierra era el centro del universo. Que en torno a ella giraban todos los astros y planetas, esto se impuso en la ciencia europea con fuerza por más de 1600 años gracias a la obra de Ptolomeo y su difusión por parte de los estudiosos. La cual tiempo después, Copérnico quien había acumulado tantas observaciones de los planetas y las estrellas, que la teoría geocéntrica requería de explicaciones ilógicas para poder sostenerse. Y ya que la teoría geocéntrica era respaldada por la Iglesia Católica, en un tiempo donde contradecirla significaba severas penas, se impuso como una verdad absoluta por más de un milenio.

Siguiendo la línea de lo que me encuentro exponiendo, quiero hacer referencia a un ejemplo más contemporaneo que ocurre en el continente asiático. Más precisamente en La República Popular Democrática de Corea o conocida comumente como Corea del Norte, donde sus habitantes, mayoritariamente pobres y aislados practicamente de todo hecho extranjero viven sus días a la escucha de la publicidad y las realidades de quienes detentan el poder. Dicho de otra manera, su verdad es la que transmite su Estado.

QQ.:HH.:Todos, en tanto mi subjetividad actual, puedo mencionar que no existen conceptos que definan que es La Verdad y que en la búsqueda de una definición debemos analizar las verdades absolutas y sus intentos por imponerlas, no como una forma de aceptar su existencia, sino como un análisis del pensamiento humano y su debilidad absolutista.

Como masones es nuestro deber embarcarnos en el estudio y la búsqueda de la verdad, esforzándonos y construyendo en ese recorrido la mayor de las virtudes, tomando conciencia y ayudar a tomarla particularmente con respecto al fanatismo, el cual nace de la exaltación del culto de una idea o proposicón. El fantismo religioso conduce a la superstición, despierta el odio del Hombre para con sus semejantes, produce males y, como consecuencia, persecuciones y derramamiento de sangre. El fanatismo político arrastra al hombre a los mayores excesos, despierta las malas pasiones: la envidia, la adulación y la inmoralidad. Los más sublimes ideales no deben determinar en fanatismo, porque es preciso que la Razón permanezca emancipada de todo perjuicio capaz de oponerse la búsqueda de la VERDAD. 
Es cuanto V.:M.:

Facundo O.:S.: Apr.:M.:

El nombre simbòlico en Masonería por el V.:H.: Fenando C. de la R.: L.: Renovación Nº 333 Oriente de Buenos Aires

A L.:G.:D.:G.:A.:D.:U.:

Oriente de Buenos Aires, 5 de agosto de 2015 (e.:v.:)

EL NOMBRE SIMBÓLICO EN MASONERÍA

QQ.:HH.: todos:



Cuando nos adentramos en los archivos de la Gran Logia (Argentina), y examinamos actas, planchas y cuadros lógicos de nuestra logia (Renovación Nº 333 ex 161) de la primera mitad del siglo XX, podemos encontrarnos en algún texto, que el H.: Voltare disculpaba la ausencia del H.: José Martí, o que el H.: Carlos Marx le respondía al H.: Bertrand Russell……y el asombro del lector crece cuando descubre que una antigua plancha fue firmada por el H.: Equidad, y otra por el H.: No Violencia.
Con esta breve introducción, QQ.: HH.:, les traigo un tópico que fue tradicional en nuestra logia hasta fines de los años sesenta, el cual es, el uso del nombre simbólico.
Definamos brevemente ¿qué es un nombre simbólico? En “Apercepciones sobre la Iniciación”, René Guenón dice: “Al hablar de los diversos géneros de secretos de orden más o menos exterior que pueden existir en algunas organizaciones, iniciáticas o no, hemos mencionado entre otros el secreto que recae sobre los nombres de sus miembros; y, a primera vista, puede parecer que éste sea de los que hay que colocar entre las simples medidas de precaución destinadas a defenderse contra los peligros que pueden provenir de enemigos cualesquiera, sin que haya lugar a buscar en eso una razón más profunda. De hecho, la cosa es ciertamente así en muchos de los casos, y al menos en aquellos donde se trata de organizaciones secretas puramente profanas; pero, no obstante, cuando se trata de organizaciones iniciáticas, puede que haya en eso otra cosa, y que este secreto, como todo lo demás, revista un carácter verdaderamente simbólico (…)Ya hemos insistido sobre la concepción de la iniciación como un «segundo nacimiento»; es precisamente por una consecuencia lógica inmediata de esta concepción por lo que, en numerosas organizaciones, el iniciado recibe un nombre nuevo, diferente de su nombre profano; (…)Por consiguiente, tendremos para el mismo ser dos modalidades distintas, una que se manifiesta en el mundo profano, y la otra en el interior de la organización iniciática[1]; y, normalmente, cada una de ellas debe tener su propio nombre, dado que el de una no conviene a la otra, puesto que se sitúan en dos órdenes realmente diferentes.(…) De estas consideraciones resulta que un nombre iniciático no tiene que ser conocido en el mundo profano, puesto que representa una modalidad del ser que no podría manifestarse en éste, de suerte que su conocimiento caería en cierto modo en el vacío, al no encontrar nada a lo que pueda aplicarse realmente. Inversamente, el nombre profano representa una modalidad de la que el ser debe despojarse cuando entra en el dominio iniciático, y que, para él, ya no es entonces más que un simple papel que representa en el exterior”
Pero la realidad masónica no era análoga en todo el mundo, mientras Guenón escribía esto en 1946, en España hacía ya varios años que se venía asesinando a masones, por lo cual el nombre simbólico no solo representaba el segundo nacimiento, sino que trataba de evitar la primer muerte.
Nuestra Logia Renovación n°333, nacida en el seno del Gran Oriente Español (GOE), mantuvo hasta entrados los años sesenta la tradición de las Logias Hispanoamericanas, en las que sus miembros utilizaban un nombre simbólico.
Como en todas las logias de origen hispano, en el momento de la iniciación, los masones elegían un nombre simbólico con el que querían ser identificados por el resto de sus hermanos, aceptado por el taller previa consulta, con el cuidado que ofrece el poder uno mismo decidir en forma consiente, transmitir en una sola palabra un aspecto vital del que quisieron informar a los demás miembros.
Si bien el nombre simbólico no nació con los masones, siendo una práctica adoptada por diferentes tipos de agrupaciones, fue a partir del siglo XIX, con y sin represión gubernamental, una marca de las masonerías hispanoamericanas hasta hoy día.
El uso del Nombre Simbólico fue adoptado en 1814 en España, en la región de Galicia. Esta región no fue la única en sufrir el cerco represivo, pero fue la única que adoptó esta peculiaridad. La represión fue hasta ahora la especulación admitida por la historiografía para explicar su uso pese a que varias logias, en su mayoría pertenecientes a obediencias francesas, no registraran tal práctica en momentos especialmente represivos. Asimismo, tal represión no justifica su integración en las costumbres ritualistas de las masonerías hispanoamericanas porque no es un seudónimo cualquiera, proyecta informaciones políticas, ideológicas, mentales, filosóficas, que exceden el límite de una protección contra la represión. No fue pues la represión el elemento primordial de su extendida costumbre en las masonerías hispanoamericanas.
Ahora bien, ¿por qué solo en las masonerías hispanoamericanas? Esta es la pregunta más espinosa porque algún rasgo cultural hispanoamericano ha tenido que influir en esta práctica, el cual o los cuales son muy difíciles de discernir, y tampoco es el objetivo de esta monografía. Hasta el momento no se ha encontrado una documentación que sirva para explicar esta tradición de las logias hispanoamericanas. No obstante, la carga simbólica tan pronunciada en el momento de la iniciación, tras pasar por el cuarto de reflexiones donde decide el neófito si está dispuesto a dejar un mundo para nacer en otro, parece recomendar de forma natural esta práctica.
Los invito QQ.:HH.: a que busquen su nombre simbólico. Yo lo sigo haciendo, aunque todavía no lo encontré, sé que está allí esperando a ser descubierto por mí, como síntesis de los valores masónicos que pregonamos, como parte de nuestro camino iniciático, como símbolo de nuestra búsqueda sin fin.


F.:D.:C.: - V.:M.: - R.: L.: Renovación 333