viernes, 24 de abril de 2015

A 100 años del Genocidio Armenio por el Padre Sipan Gevorgyan Sacerdote de la Iglesia Apostólica Armenia en Chile

Armenia es un país montañoso, mencionado en la Biblia, como "País de Ararat", la montaña sobre la cual reposó el Arca de Noé después del Diluvio. De acuerdo con nuevos datos de investigaciones históricas, lingüísticas y arqueológicas, los armenios son un pueblo indoeuropeo y nativos de ese país, al cual los hititas en las escrituras cuneiformes llamaron país de Haiasa o también Arm o Armani. Recientemente se han descubierto en Ebla -una importante ciudad-estado en el norte de Siria hacia el 3000 a.C., especialmente entre los años 2400 y 2250 a.C.- escrituras cuneiformes en las que las palabras Hai y Arm se utilizan como nombres del pueblo armenio y como nombre de su país. Por este motivo, los armenios llaman a su país Haiastan, y los extranjeros, Armenia.
Actualmente es un país euroasiático, sin salida al mar, situado al sur de la cordillera del Cáucaso. Con 28.900 km², comparte fronteras al oeste con Turquía, al norte con Georgia, al este con Azerbaiyán e Irán, y al sur con el enclave azerí de Najicheván. Origen de una de las civilizaciones más antiguas del mundo, Armenia permaneció durante siglos bajo el yugo de diversos imperios, incluidos el romano, el bizantino, el persa y el otomano, del que se independizó en 1918. Durante la I Guerra Mundial tuvo lugar el denominado "genocidio armenio" (1915-1917), perpetrado por los turcos, que causó la muerte de un millón y medio de armenios -ayer canonizados como mártires por el Catholicos Karekin II, cabeza de la Iglesia Apostólica Armenia-, y la diáspora de miles de supervivientes. Esta tragedia ha sido recordada con una misa de conmemoración en Roma el 12 de abril por el Papa Francisco (quien declaró al clérigo, teólogo, poeta y filósofo armenio San Gregorio de Narek (951-1003,) Doctor de la Iglesia, y hoy habrá actos de recordación en Yereván, capital de Armenia, a los que han confirmado su asistencia importantes jefes de Estado.
La religión es uno de los elementos distintivos de las civilizaciones y forma parte de la mentalidad colectiva de un pueblo, de su pasado y su presente. En ese sentido, el cristianismo es un factor predominante de la identidad nacional, del ser armenio. Armenia fue la primera nación en adoptar el cristianismo como religión oficial, en el año 301. Para traducir la Biblia, en el año 405, el sacerdote Mesrob Mashtots desarrolló un alfabeto propio. Aunque hoy es un Estado secular, el cristianismo es un factor clave en su historia y en su identidad: 95% de su población pertenece y forma parte de la Iglesia Apostólica Armenia (independiente y autocéfala). Se ha constituido a lo largo de su historia en una poderosa fuerza que, atendiendo las necesidades espirituales de su pueblo, ha sabido también comprometerse siempre con la realidad, esforzándose por conducirlo hacia la libertad y el bienestar.
Hoy estamos atravesando un momento histórico muy difícil, en el que la lucha por la paz, la igualdad y el respeto de los derechos humanos es un compromiso de todos. Para enfrentar estos desafíos es necesario enfrentar la realidad. Pero para ello debemos primero conocerla. Y cómo conocerla sino gracias a la historia, "único instrumento que puede abrir las puertas a un conocimiento del mundo de una manera si no científica, por lo menos razonada". Es necesaria la historia como una herramienta eficaz y válida para alcanzar los ansiados objetivos de justicia para el pueblo armenio. La historia de la Iglesia Apostólica Armenia es la historia de nuestra nación, y viceversa. "Lo que mantiene vivo a un pueblo y lo reúne es su lengua y es su fe. Cambia tu lengua, niega tu fe: entonces ¿con qué puedes demostrar a qué pueblo perteneces?", escribió el padre de la literatura moderna armenia, el educador, escritor, poeta e impulsor de la modernización Jachatur Abovian (1809-1848) en "Heridas de Armenia".
Hoy se cumplen 100 años del genocidio armenio. El lema para conmemorar este trágico episodio en todo el mundo es "Recuerdo y exijo". ¿Qué recordamos y qué exigimos? Recordamos a los valientes mártires que sufrieron y entregaron sus vidas por no cambiar su religión, su cultura, sus raíces. Exigimos que los descendientes que continúan negando lo sucedido reconozcan sus actos para lograr la justicia y la paz. La filosofía del negacionismo no trae sino un repetir los errores del pasado.
Así, pues, la Iglesia Apostólica Armenia no retrocederá nunca en sus justas exigencias. Más aún, siempre ha declarado y declara que la cuestión del genocidio armenio es una cuestión universal y de justicia cristiana. Su reconocimiento no se logrará avivando el odio ni la venganza, sino la defensa de los derechos y responsabilidades de la memoria.

Padre Sipan Gevorgyan
Sacerdote de la Iglesia Apostólica Armenia en Chile



Fuente de la Nota: http://www.elmercurio.com/blogs/2015/04/24/31246/El-ancla-del-pueblo-armenio.aspx

viernes, 3 de abril de 2015

Ruptura del Teocentrismo: Los Albores del librepensamiento

Con la caída del imperio romano de occidente en el año 476, en manos de los bárbaros, siguieron trece siglos en donde el hombre no fue artífice de la historia, y por ello la historia se detuvo (la historia de occidente y de Europa).
La iglesia católica romana que había imitado administrativamente al imperio romano, emuló instituciones y jerarquías, detentando el mayor poder concentrado de la época.
La teología medieval imperante no posibilitó la existencia de la filosofía, puesto que esta última disciplina tiende a dejar a dios de lado, para formular preguntas y plantear respuestas. En el mundo medieval las respuestas las proporcionaba dios, esto es, existía una verdad revelada (los propios textos evangélicos) y por ello, el hombre no buscaba la verdad. De hecho, la escolástica(1) como movimiento teológico y “filosófico” intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo, lo cual se nos presenta como una verdadera aporía.
Sin perjuicio de ello, resulta de mención la corriente de pensamiento llamada tomismo en honor a Tomás de Aquino (1225-1274), autor -entre otras obras- de la célebre Summa Theologiae, uno de los documentos más influyentes en la filosofía medieval, que dio lugar al nacimiento de una corriente de pensamiento de suma profundidad2, pero también tributaria de la existencia de un Dios revelado: el Dios Cristiano.
No obstante lo expuesto, durante los siglos XV y XVI, se llevó adelante un período de transición entre la Edad Media y el mundo moderno, con el surgimiento del Renacimiento, que trajo consigo una nueva concepción del hombre y del mundo.
El nombre «renacimiento» se utilizó porque este movimiento retomaba ciertos elementos de la cultura clásica, griega y romana.
El término se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza, tras siglos del citado predominio de un tipo de mentalidad dogmática.
Esta nueva etapa planteó entonces una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por un incipiente antropocentrismo.
Un astrónomo de este período: Nicolás Copérnico (1473 – 1543), formuló la teoría heliocéntrica del Sistema Solar, y su libro: “De revolutionibus orbium coelestium” (Sobre las revoluciones de las esferas celestes) suele ser considerado como el punto inicial o fundador de la astronomía moderna, además de ser una pieza clave en lo que se llamó la Revolución Científica de esta nueva época, puesto que implicó una quiebra en la estructura de la ideología religiosa medieval, mediante la sustitución de un cosmos cerrado y jerarquizado, con el hombre como centro, por un universo homogéneo e indeterminado (y a la postre incluso infinito), situado alrededor del Sol. Y por todo ello, Copérnico, consciente de que estas ideas le podían acarrear serios problemas con la Iglesia; dudo en publicarlas, y para cuando su obra fue finalmente publicada, Copérnico había fallecido.
Un paso más allá de las enseñanzas de Copérnico fue dado por otro hombre del renacimiento que también resulta digno de destacar: Giordano Bruno (1548 – 1600).
Las teorías cosmológicas de Giordano Bruno, superaron el modelo copernicano, pues propuso que el Sol era simplemente una estrella y que el universo contenía un infinito número de mundos habitados por animales y seres inteligentes. Un cambio radical de la visión cosmológica sostenida por la Iglesia católica.
Después de que la Inquisición romana lo encontrara culpable de herejía, fue condenado por las autoridades civiles de Roma a morir quemado en la hoguera.
Resulta interesante invocar también en estas líneas a Descartes(3), puesto que la filosofía cartesiana vino también a romper con el pensamiento teologal del medioevo presentando un cambio en el paradigma del mismo, del teocentrismo imperante al antropocentrismo.
El hombre se convirtió en el protagonista de su tiempo: El renacimiento originó al hombre de la modernidad, entendido como punto de partida epistemológico, dando inicio al humanismo, como movimiento intelectual, en donde la razón humana adquiere un valor supremo; imponiéndose entonces la lógica aristotélica frente al argumento de autoridad medieval, horadándose la roca del dogmatismo, merced a la valoración de la actividad intelectual y analítica del conocimiento. Este es el campo de cultivo donde florecerá el librepensamiento de lo que se conocerá como masonería especulativa o filosófica, pero antes, hablaremos en las próximas entradas de la masonería operativa.


Sandro M.:M.:
R.:L.: Renovación N° 333

(1) Del latín scholasticus, y éste a su vez del griego σχολαστικός (aquel que pertenece a la escuela), surgió tras la patrística de la Antigüedad tardía, lal cual había imperado hasta el siglo VIII. Recordemos que la la Patristica (de los teólogos denominados padres de la iglesia) fue la creadora progresiva del dogma cristiano, la patrística se ocupó sobre todo de la apologíao defensa del cristianismo frente a las religiones paganas primero y las sucesivas interpretaciones heterodoxas que darían lugar a las herejías luego.
(2) El pensamiento Tomas de Aquino integró todas las verdades de Aristóteles y otras verdades neoplatónicas, junto con los textos de las Sagradas Escrituras, creando una nueva filosofía teológica del Cristianismo. Esta originalidad de la filosofía del Ser, inspirada en la fe, con una teología científica, constituyeron la base fundamental del Tomismo.
(3) René Descartes (La Haye, Turena francesa, 31 de marzo de 1596 - Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650), también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica.