sábado, 23 de febrero de 2013

¿Qué significa la palabra masón?


La palabra latina machio-onis, ya era conocida en el siglo VIII y descripta por San Isidoro de Sevilla.



El vocablo masón tiene su origen en la alta Edad Media, en tiempos anteriores al Imperio de Carlomagno. Según San Isidoro de Sevilla se denominaban machionis (albañiles) a los trabajadores de la construcción, a causa de las machinas (andamios) que utilizaban para alcanzar la altura de las paredes[1]. De este vocablo machio derivan los términos macón (francés), mason (inglés), masón (español), maurer (alemán) y muratore (italiano).[2] 
Por lo tanto, su actual utilización se remonta al siglo VIII, aunque es frecuente encontrar en antiguos textos monásticos el concepto latino magíster caementarius para definir al maestro albañil. En determinado momento, éstos trabajadores recibieron ciertas franquicias y privilegios constituyéndose en gremios o corporaciones –llamados a menudo guildas- que gozaban de libertades especiales, entre ellas la de moverse libremente a lo largo de Europa. Es por esa razón que los masones se convirtieron en francmasones al anteponer la palabra libre a la de albañil (freemasons, freimaurer, francomuratori etc.). Sin embargo, en la actualidad, se utiliza indistintamente cualquiera de los dos vocablos (masón, francmasón) para identificar a quienes pertenecen a la Masonería.

Llamadas:
[1] San Isidoro de Sevilla, Etimologías, XIX, IX, 1.
[2] Niermeyer Lexicon Minus, machio-onis = masón.


Fuente: Masones Lengua Española

miércoles, 20 de febrero de 2013

POEMAS MASÓNICOS - TRONCO DE POBRE (Anónimo)


Acordaos hermanos de la angustia del pobre, 
del que viste de harapos, del hambriento de pan. 
Al dar a su miseria, con orgullo que absorbe, 
vuestras piezas de plata, vuestras piezas de cobre, en río benéfico a sus manos irán. 

Oh, vosotros hermanos que tenéis una casa, 
una mesa, un lecho y un feliz corazón, 
acordaos ahora del mendigo que pasa, 
de los huérfanos tristes, de la viuda que amasa 
con el agua del llanto su mezquina ración. 

Los ciegos, los tullidos, los gibosos y ancianos, 
la niña que el hambre empuja al lupanar, 
todos los que padecen y son nuestros hermanos 
hacia vosotros tienden sus temblorosas manos 
llegando a vuestras puertas con ansioso llamar. 

Para ellos es el fruto de este tronco bendito 
La linfa de ese claro raudal de compasión. 
Dejad allí la ofrenda como quien cumple un rito. 
Los masones oramos al Señor Infinito 
Sembrando en la limosna la mejor oración.

sábado, 16 de febrero de 2013

El Pavimento Masónico


"El piso a cuadros blanco y negro ha existido en los templos desde los tiempos del antiguo Egipto. Más que una simple decoración, el pavimento de mosaico tiene un profundo significado esotérico. Hoy en día es uno de los símbolos más reconocibles de la masonería y es la planta ritual de todas las logias masónicas. El pavimento es el área en la que las iniciaciones ocurren y es "emblemático en la vida humana, encuadrado con el bien y el mal."
"El mosaico del pavimento es un antiguo símbolo de la Orden. Es conocido en los primeros rituales del siglo pasado. Se clasifica entre los ornamentos de la Logia, junto con el Tessel y la estrella flamígera. Su piedras-partidas de color blanco y negro han sido fácil y adecuadamente interpretados como los símbolos del mal y del bien en la vida humana"
Albert G. Mackey, Encyclopedia of Freemasonry


Según los investigadores de lo oculto, el pavimento de mosaico a cuadros históricamente ha representado la Casa de los Misterios y sus orígenes se remontan al antiguo Egipto y los ritos dionisíacos.

"La planta tipo tablero de ajedrez sobre el cual la logia masónica moderna se encuentra es el viejo tablero de los Arquitectos dionisíacos y mientras la organización moderna ya no se limita a los gremios de obreros, aún conserva en sus símbolos las doctrinas metafísicas de la antigua sociedad de la que es presumiblemente la consecuencia".
Manly P. Hall, The Secret Teachings of All Ages

En el grado de Aprendiz, el pavimento de mosaico representa la planta baja del Templo del Rey Salomón. En la Cuenta del Templo de Salomón en la Biblia, la planta baja se dice que es de madera de pino o abeto, dependiendo de la traducción de la Biblia (1 Reyes 6:15). Mientras que el pavimento de la mayoría de las Logias consiste en un patrón a cuadros blanco y negro, los colores pueden variar. Rombos también puede ser utilizado en lugar de cuadrados.

Dualidad


La yuxtaposición de colores opuestos en el pavimento de mosaico es una representación visual de un principio importante de hermetismo: la dualidad.

"El pavimento, alternativamente en blanco y negro, simboliza los principios del bien y el mal de la religión egipcia y persa. Es la guerra de Miguel y Satanás, de los dioses y los titanes, de Balder y Lok, entre la luz y la sombra, que es la oscuridad, día y noche, la libertad y el despotismo, la libertad religiosa y los dogmas arbitrarios de una Iglesia que cree en sus devotos y cuyo Pontífice cree ser infalible y los decretos de sus consejos de constituir un evangelio". Albert Pike, Morals and Dogma


"El piso o base de la Logia, un patrón de cuadrados en blanco y negro, refiere a la calidad dual de todo lo relacionado con la vida terrestre y las bases físicas de la naturaleza humana - el cuerpo mortal, sus apetitos y afectos. "La red de nuestra vida son como hilos mezclados, buenos y malos juntos", escribió Shakespeare. Todo lo material se caracteriza por la interrelación del bien y el mal, la luz y la sombra, alegría y tristeza, positivos y negativos. Lo que es bueno para mí puede ser malo para ti, el placer se genera a partir del dolor y finalmente degenera en dolor de nuevo. Un día estoy intelectualmente exaltado y en consecuencia el día de mañana deprimido y sumido en la ignorancia. La dualidad de los opuestos nos gobierna en todo y la experiencia de esta está prescrita para nosotros hasta que habiendo aprendido la lección, estamos listos para avanzar a una condición donde crece el sentido de esta existencia y los opuestos dejan de ser percibidos como opuestos, sino son percibidos como una unidad o síntesis. Para encontrar esa unidad o síntesis se debe conocer la paz que sobrepasa el entendimiento, es decir, que exceda a nuestra experiencia actual, porque la oscuridad y la luz son dos por igual, y nuestros conceptos actuales del bien y del mal, la alegría y el dolor, son trascendidos y se encuentran sublimados en la combinación de ambos. Y esta condición elevada es representada por el mosaico de piso cuadriculado, así como la Presencia de la Divina Providencia rodea y abraza nuestro organismo temporal en donde los opuestos son inherentes ". W. L. Wilmshurst, The Meaning of Masonry.


Además, el suelo ajedrezado es representativo de la tierra, el mundo material, mientras que los contrastes del techo están edificados para representar a los cielos y el reino espiritual.

"La Cubierta de la Logia se muestra en agudo contraste con su suelo blanco y negro y se describe como una bóveda celeste de diversos colores, incluso como los cielos."
Si el suelo simboliza la naturaleza sensual y terrena del hombre, el techo simboliza su naturaleza etérea, su "cielo" y propiedades residentes en el mismo. El uno es el inverso y el polo el opuesto de la otra. Su cuerpo material es visible y de compuesto denso. Su envolvente etéreo, o "aura", es tenue e invisible, (salvo en la visión clarividente) y como la fragancia lanzada por una flor, su existencia ha de ser puesta en duda por los que no están preparados para aceptar lo que no es físicamente demostrable, pero el estudiante masónico, que será llamado a aceptar muchas verdades como provisionales hasta que los conozca como certezas, debe reflejar (i) que ha entrado en la Orden con el objeto declarado de recibir la luz de la naturaleza de su propio ser, (2) que La Orden se compromete a ayudarle a encontrar la luz siempre que él admita ignorancia y que las enseñanzas y símbolos fueron ideadas por los sabios y profesores competentes en la materia, (3) que una actitud humilde, mentalmente dócil y receptiva hacia los símbolos y sus significados conduce mejor que una actitud crítica u hostil."

Piso Ceremonial

El pavimento de mosaico es un espacio esotérico-cargado en el que se encuentra el altar ceremonial, el centro de la mayoría de los rituales. La ceremonia de entrega del Grado Aprendiz simbólicamente se lleva a cabo en ese lugar. De acuerdo con el ritual de tercer grado, el pavimento cuadrado es para que el Sumo Sacerdote camine sobre él.
"¿Por qué el piso cuadriculado tiene una importancia tal en la arquitectura de la Lógia? La respuesta se encuentra en el estado del Ritual de tercer grado: "el pavimento cuadrado es para que el Sumo Sacerdote camine sobre él". Ahora bien, no es el mismo sumo sacerdote judío de hace siglos del que se hace referencia aquí, sino un miembro de la Orden. Porque todo masón está destinado a ser el sumo sacerdote de su propio templo y hacer de él un lugar donde él y la deidad puedan conocerse. Por el mero hecho de estar en este mundo dual todo ser viviente, masón o no, camina sobre el pavimento cuadrado del bien y el mal en todas las acciones de su vida, de modo que el suelo de tela es el símbolo de una filosofía elemental de la verdad común en todos nosotros. Pero, para nosotros, las palabras "caminar sobre" implica mucho más que eso. Quieren decir que el que aspira a ser dueño de su destino y capitán de su alma debe caminar sobre estos opuestos en el sentido de trascenderlos y dominarlos, de pisotear su naturaleza inferior sensual y mantenerlo bajo sus pies en el sometimiento y control. Él debe ser capaz de elevarse por encima de la abigarrada ley del bien y del mal, que es superior e indiferente a los avatares de la fortuna, las atracciones y los temores que rigen a los hombres ordinarios y el balance de sus pensamientos y acciones de tal o cual manera. Su objeto es el desarrollo de sus potencias espirituales innatas, y es imposible que estos se desarrollen cuando él está sobre-gobernado por sus tendencias materiales y las emociones fluctuantes de placer y dolor a los que ellos dan a luz. Es elevarse por encima de estos y alcanzar la serenidad y el equilibrio mental. Ese es un masón que realmente "camina sobre" el piso cuadriculado de la existencia y las tendencias contradictorias de su naturaleza material."

Fuente: Masones Lengua Española

martes, 12 de febrero de 2013

El misterio de San Martín y sus vinculaciones con la Masonería Parte II

Esta es la segunda y última entrega del trabajo de Terragno en torno a las vinculaciones del Libertador Don José de San Martín y la masonería, de su obra MAITLAND & SAN MARTIN - Sandro.


El catolicismo de San Martín
Quienes sostienen que San Martín era católico, apostólico y
romano, se apoyan en hechos ciertos.
A los ya transcriptos, puedo agregar otros.
El Estatuto que San Martín hizo sancionar en Perú dice, en su
Sección Primera, que “la Religión Católica, Apostólica y Romana es la Religión del Estado: el gobierno reconoce como uno
de sus deberes el mantenerla y conservarla, por todos los me-
dios que estén al alcance de la prudencia humana” (José Agustín de la Puente Candamo, San Martín y el Perú. Planteamiento doctrinario (Lima, 1948), p. 177).
Es cierto que un principio similar establecería la Constitución
argentina de 1853, impulsada por más de un masón; pero la peruana iba más allá: reservaba los puestos públicos a quienes
profesaran la Religión del Estado y prescribía castigos para
quienes atentaran contra ella. Más significativo aún, contenía una norma contraria al espíritu de la masonería, que procura colocarse a sí misma más allá de toda confesión religiosa y proclama su respeto a todos los cultos. La Constitución peruana reconocía la libertad de cultos “únicamente para las confesiones cristianas, previa consulta al Consejo de Estado”, el cual podía denegar permiso para profesar aquellos cultos cristianos que, a su juicio, conspirasen contra el “orden público” (De la Puente Candamo, San Martín y el Perú, p. 177).
Un autor peruano ha querido ver en esto una necesidad política:
Una declaración de esta naturaleza era de todo punto necesaria,

porque los españoles, y los enemigos de la independencia, hicieron
creer a los pueblos que los patriotas eran enemigos de la religión.
(Paz Soldán, cit. por De la Puente Candamo, San Martín y el Perú, p. 178).
La declaración no tuvo por qué ser fingida. San Martín profesaba la fe católica. Ahora bien, eso no excluye que haya participado de logias masónicas o pseudo-masónicas. 
Es cierto que la masonería había sido condenada, en el siglo 18, por los papas Clemente XII (In eminenti, 1738) y Benedicto XIV (bula Providas, 1751). No obstante, “la afluencia de católicos y de eclesiásticos era masiva en las logias”, en las cuales “se respetaba la religión” (José A. Ferrer Benimeli, La masonería española en el siglo XVIII (Madrid, 1974), p. 352).

Es que la Iglesia había censurado a estas sociedades secretas, sobre todo, por la seguridad de los estados. La Providas invocó las disposiciones del derecho romano contra los collegia illicita, por las cuales se prohibían las “asociaciones formadas sin el consentimiento de la pública autoridad” (Ferrer Benimeli, La masonería española, p. 351).
Los católicos liberales, que renegaban de la asociación del clero con el absolutismo, sostenían su derecho a profesar la fe y, al mismo tiempo, luchar por las libertades. 

Acreditar la fe católica de San Martín no resuelve, por lo tanto, la cuestión.

La Parfaite Amitié
En 1822, una vez convertido en Protector del Perú. San Martín envió a Juan García del Río y James Paroissien como enviados personales a Londres.
El objetivo de la misión era persuadir a un noble europeo para que aceptara la corona del Perú (Humpreys, Liberation in South America, p. 101; John Lynch, Gran Bretaña,
San Martín y la independencia latinoamericana (Buenos Aires, 1978), p. 480). Los elegidos eran:
• Leopoldo, Príncipe de Sajonia-Coburgo, casado con la
Princesa Charlotte, hija del Príncipe Regente; o en su defecto

• El Duque de Sussex.
El Duque de Sussex era Gran Maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Había reemplazado en ese cargo a su hermano, el Príncipe Regente, quien en 1813 optara por asumir como Gran Maestre de la Gran Logia de Escocia, con Duff como segundo (Masonic Offering to H.R.H. Prince Augustus Frederick, Duke of Sussex, KG, Grand Master of the Freemasons in England (Londres, 1838).
Leopoldo, futuro rey de Bélgica, sería proclamado años más tarde Protector de la Masonería Nacional por los masones belgas (Grand-Orient de Belgique, Cérémonie Funèbre en Mémoire du Frère Léopold de Saxe-Cobourg, Premier Roi des Belges, Protecteur de la Franc-Maçonnerie Nationale (Bruselas, 1866), una de cuyas logias, La Perfecta Amistad (La Parfaite Amitié), acuñó en 1827 una medalla con la imagen de San Martín (Pérez Amuchástegui, Ideología y acción, p. 97), y esta leyenda en su anverso:




(LA PARFAITE AMITIÉ CONST . . . A L ́OR . . . DE
BRUXELLES LE 7 JUILLET 5825 AU GENERAL SAN MARTIN 5825.

5825 es 1825. Los masones no siguen el Anno Domini sino el Anno Lucis, conforme la cronología de James Ussher, el presbítero irlandés del Medioevo, que situó la Creación en el año 4000 (o 4004) antes de Cristo.
La medalla, que presenta un perfil de San Martín grabado por Jean Henri Simón, circuló en copias de plata y bronce.
La emisión fue anunciada por la prensa belga. El diario Le Belge dijo que la medalla hacía honor “al general justamente célebre” (Le Belge Ami du Roi et de la Patrie, 19 de enero de 1825).

La idea de ayudar a Bélgica a separarse del Reino de Holanda cobró cuerpo en Inglaterra (donde San Martín vivía desde principios de 1824), particularmente en los ambientes masónicos, que antes se habían mostrado muy activos en la lucha contra Napoleón.
Es significativo que San Martín se haya instalado en Bruselas a comienzos de la rebelión belga y haya permanecido allí hasta 1830, una vez declarada la independencia del país.
Más de un historiador ha afirmado que los rebeldes belgas le ofrecieron a San Martín la jefatura de la Revolución. En un coloquio internacional, celebrado en Bruselas, un expositor belga
dijo que el ofrecimiento le fue hecho por el Barón de Wellens.
San Martín –según la misma fuente– rechazó la jefatura y propuso, en su lugar, al general Juan van Halen (François-Xavier de Donnea, discurso de apertura, coloquio internacional Le Général José de San Martín en Belgique, Bruselas, 12 y 13 de junio de 1998).


Van Halen y la guerra al absolutismo

La historia de van Halen ayuda a entender el papel que las logias masónicas cumplieron en España a principios del siglo 19 (La fuente principal de “Juan Van Halen y la guerra al absolutismo” es: Iris M. Zavala, Masones, comuneros y carbonarios (Bilbao, 1971), p. 13. Algunos datos biográficos fueron completados con referencias extraídas del Diccionario Enciclopédico Salvat (Barcelona, 1960), t. XII, p. 363).
Antes de la Revolución Francesa, la masonería era casi desconocida en la península. Los aires liberales trajeron estas sigilosas organizaciones, cuyo régimen de secreto juramentado era apto para reformadores deseosos de socavar el absolutismo monárquico.
Cuando Napoleón invadió España, llevó consigo las ideas liberales y la masonería. Los partidarios españoles de Bonaparte (que también los hubo, al menos en los primeros momentos) constituyeron logias en toda la península.
En el sur, se crearon sociedades secretas “para reunir por las fórmulas masónicas a los liberales dispersos por las Andalucías” (José Manuel Regato, Resumen histórico de las maquinaciones y tentativas revolucionarias (1830), cit. por Zavala, Masones, p. 14).

El Conde de Montijo estableció el Grande Oriente en Granada y cerca de él comenzó a militar van Halen (Narrative of don Juan Van Halen’s Imprisonment in the Dungeons of the Inquisition at Madrid, and his Escape in 1817 and 1818 (Nueva York, 1818),

pp. 34-35).

De ascendencia flamenca, este militar había nacido en la isla de León, en 1790. Cuando los franceses entraron a España, él tenía dieciocho años y le dio la bienvenida a la invasión. Más tarde comprendió que –como español– debía defender a un tiempo el liberalismo y la independencia. Luchó entonces contra el invasor y, en esa guerra, conoció a San Martín.
Luego de la restauración borbónica, van Halen fue encarcelado (en 1815) por conspirar contra Fernando VII. Puesto en libertad, volvió a caer preso en 1817 y 1818 por integrar el grupo de militares liberales revolucionarios que lideraba el general José María Torrijos. Logró fugarse y llegar a Rusia, donde sirvió durante dos años en el Ejército del Cáucaso.
En 1821 regresó a España, donde fue jefe de estado mayor de una de las fuerzas en lucha contra el absolutismo. Dos años después, derrotada su causa, se trasladó a los Estados Unidos.
Más tarde, van Halen se radicó en Bruselas, donde se reencontró con San Martín. El Libertador vivía allí desde fines de 1824.
En Bruselas, van Halen se vinculó a la Logia Los Filantrópicos (Barcia Trelles, San Martín en Europa (Buenos Aires, 1948), p. 74).
Las Mémoires de van Halen fueron publicadas en 1827 en Bruselas. Al año siguiente aparecería en Nueva York una narración de sus encarcelamientos y fugas en lo que (en sus palabras) fueron “las mazmorras de la Inquisición en Madrid”  (Zavala, Masones, p. 14).

La “Sociedad de Comercio” y el “establecimiento de educación”
La medalla de La Parfaite Amitié parece acreditar la vinculación de San Martín con esa logia.
Un historiador ha creído encontrar, por otro lado, indicios de la participación de San Martín en la sociedad Amis du Commerce. Esta era una sociedad masónica (Cf. Gran Oriente Federal Argentino, revista Verbum, N° 12 (Buenos Aires, 1948), cit. por Barcia Trelles, San Martín en Europa, p. 76) y Agustín Barcia Trelles cree que el Libertador se refirió a ella en una carta que dirigió el 16 de octubre de 1827 a su amigo Miller.

En esa carta, escrita en respuesta a una que le enviara Miller, San Martín le reprocha a su amigo que le escriba en inglés (idioma que el Libertador nunca dominó) y, para peor, con mala letra. Cuenta San Martín que pidió el auxilio de “un mayor inglés que concurre a la Sociedad de Comercio” (Barcia Trelles, San Martín en Europa, p. 75), con el fin de obtener una traducción, pero hasta el mayor se vio “en apuros” para descifrar la tortuosa caligrafía de Miller.
El lugar al que concurría ese mayor inglés era, casi con seguridad, una logia; pero no necesariamente la Amis du Commerce.
Era común que San Martín utilizara, a modo de eufemismo,
expresiones como sociedad de comercio.
La Logia Lautaro, por ejemplo, era un establecimiento de educación. Así lo demuestran las tres cartas dirigidas en 1816, desde Mendoza, a Guido, que estaba en Buenos Aires:

• 6 de abril: “Dígame usted con franqueza cómo va el estableci-
miento de educación en ésa, pues yo temo que si no se dirige bien
no prosperará ese utilísimo establecimiento”.
• 6 de mayo: “Mucho me alegro de que el establecimiento de mate-
máticas progrese; si está bien dirigido, las ventajas serán ciertas”.
• 14 de junio: “Yo creo que aunque no sea más que por conveniencia propia no dejaría Pueyrredón de favorecer el establecimiento de pública educación [...] Sería también conveniente llevar de ésta [Mendoza] a Chile ya planeado el establecimiento de educación pública, bajo la dependencia de esa ciudad [ Buenos Aires]”(Efraín Oscar Schmied, Masonería universal (Buenos Aires, 1995), p. 85).

Dándole la razón, Pueyrredón le escribió a San Martín el 10
de septiembre: “El establecimiento de matemáticas será prote-
gido hasta donde alcance mi poder. El nuevo secretario interino, Terrada, también es matemático y por consiguiente me ayudará al fomento de un objeto tan útil”.

Juan Florencio Terrada era militar, no matemático; pero había
sido iniciado en la masonería en 1807, cuando se incorporó a la
Logia Independencia, que presidía Julián Álvarez. Al formarse
la Logia Lautaro, pasó a ser parte activa de esta sociedad (A. Lappas, La masonería argentina, p. 375).

Al referirse a la logia, San Martín usaba siempre un circunloquio. No obstante, cometía (a juicio de Pueyrredón) la imprudencia de usar el símbolo H ... (hermano). El 9 de octubre Pueyrredón le aconsejó: “Omita usted siempre en sus cartas la letra H con la que acostumbra concluir; basta un : pour éviter qu ́une surprise donne lieu à des soupçons” (Schmied, Masonería, p. 87).


Los archivos de la Gran Logia de Bélgica
Esos archivos fueron incautados, durante la segunda Guerra Mundial, por las fuerzas nazis de ocupación. Al producirse la liberación, las tropas soviéticas tomaron los archivos y los enviaron a Moscú.
Los historiadores no tuvieron acceso a esa fuente hasta la disolución de la Unión Soviética.
Ahora, los archivos son filmados por el Instituto de Estudios de
las Religiones y el Laicismo, de la Universidad Libre de Bruselas.
Cuando todos los materiales estén clasificados y al alcance
de los investigadores, quizás surjan nuevos elementos sobre La
Parfaite Amitié y los vínculos masónicos de San Martín en Bruselas. Si bien su relación con Bélgica es posterior a su gesta su-
damericana, esos vínculos aparentan ser (como en el caso de von Halen) consecuencia de relaciones anteriores.
No necesitamos esos elementos, sin embargo, para dar por acreditado que San Martín tuvo contacto en Europa con maso-
nes que, protegidos por el secreto de sus sociedades, promovían
un ideario liberal.

Por “la independencia y felicidad de América”
Es impensable que San Martín no haya tomado conocimiento en Inglaterra de todas las posibilidades de asistencia británica a sus esfuerzos por promover lo que la Logia Lautaro llamaba “la independencia y felicidad de América” (Mitre, The Emancipation of South America, p. 47).
Sus lazos con la masonería le facilitaban el acceso a gente como Robert Dundas.
Las recomendaciones de Duff (tan amigo del Libertador y tan
encumbrado masón), así como los increíbles vínculos de Miran-
da y Bello, debieron ponerlo en contacto con los distintos planes británicos para “hacer una impresión” en Sudamérica (“To make an impression” (eufemismo que significa atacar) es una frase usual
en Maitland).













El misterio de San Martín y sus vinculaciones con la Masonería


Mucha agua ha corrido en torno a la filiación masónica o no,  del Libertador Don José de San Martín. Tanto unos como otros en las antípodas del pensamiento, han elaborado medulosos argumentos, a fin de hace valer sus respectivos posiciones en torno al Gran Libertador Americano, ya sea visto como el "gran iniciado" ó no.
De cara a un debate que no ha concluido, traemos a colación el acápite 8, titulado "La masonería", elaborado por Rodolfo H. Terragno, perteneciente a la obra: MAITLAND & SAN MARTIN, trabajo de notable rigor histórico que viene a arrojar un poco de luz sobre este tema, el cual insistimos, aún no se ha cerrado (primer entrega) - Sandro.

Capítulo 8 - La Masonería.
Al tiempo de la guerra de la Península, Inglaterra se debatía entre dos objetivos contradictorios. El principal era, por supuesto, detener a Napoleón, y a estos fines España y Portugal eran los únicos aliados que Inglaterra tenía en Europa. Por otro lado, un clamor público demandaba, en Inglaterra, que la corona extendiera “sus conquistas al Nuevo Mundo, de modo de mantener un equilibrio”, lo cual era importante tanto desde el punto de vista militar como comercial (Arthur Bryant, Years of Victory, 1802-1812 (Londres, 1944), p. 207).
Napoleón había impuesto un bloqueo al continente e Inglaterra se sentía en la necesidad de encontrar nuevos mercados cuanto antes. Hispanoamérica ofrecía la oportunidad más promisoria, pero los españoles se aferraban a su monopolio: estaban convencidos de que todo esfuerzo por preservar sus colonias de ultramar se volvería inútil si otras potencias quedaban en libertad de
comerciar con esas colonias. Revolucionarios como Miranda sabían que era esa resistencia española lo que más inquietaba a Inglaterra. Por lo tanto, ellos prometían libre comercio, y aun facilidades territoriales, a cambio de la ayuda militar que Inglaterra
pudiera prestar a los movimientos independentistas. La oferta
tentaba a Inglaterra, pero la necesidad de no irritar a sus aliados
europeos frenaba toda acción práctica.
El Príncipe Regente, Gran Maestre 
Como asociación consagrada a la Libertad, Igualdad y Fraternidad, portadora de ideas supranacionales y amparada por el más estricto secreto, la moderna masonería (fundada en Londres en 1717) era ideal para prestar asistencia indirecta a los revolucionarios hispanoamericanos.

Eso no pudo pasar inadvertido a los masones británicos, entre los cuales había figuras de tanta prominencia como el Príncipe Regente, opuesto a la idea de que Gran Bretaña diera apoyo formal a movimientos subversivos en Hispanoamérica.
El futuro Jorge IV había sido iniciado en 1787 por su tío Henry Frederick, Duque de Cumberland, en la Logia Príncipe de Gales, 259EC, Londres.
En 1811, el príncipe era Gran Maestre de la Moderna Masonería Constitucional Inglesa (William Alexander Laurie, The History of Free-Masonry and the Grand Lodge of Scotland (Edimburgo, 1909), p. 18.). 
Duff, el amigo de San Martín, masón cercano al Príncipe Regente
El hombre que ayudó a San Martín a salir de España para
ir a Londres y, de allí, partir rumbo a Sudamérica, era un masón de nota. James Duff había sido admitido a la masonería en la Logia St Andrew N° 52, en Banff, el 28 de enero de 1802 (George D. Hipburn, General Secretary of the Lodge St. Andrew No. 52, Banff, febrero de 1982. Comunicación personal).
A su regreso de la Península sería nombrado Maestre de Culto de la misma logia, el 30 de noviembre de 1813 (Hipburn, comunicación personal).


Exactamente un año después, el 30 de noviembre de 1814, lo eligirían Gran Maestre Encargado de la Gran Logia de Escocia, Edimburgo, cuyo Gran Maestre era nada menos que el
Príncipe Regente (Kenneth S. Ryrie, Famous Scottish Freemasons (Edimburgo, 1965); Hon. Vicary Gibbs y H.A. Double-day (compiladores). The Complete Peerage of England, Scotland, Ireland, Great Britain and the United Kingdom (Londres, 1921), vol. 5, p. 378. Cf. William Alexander Laurie, Secretario General de la Gran Logia de Escocia, The History of Free Masonry and the Grand Lodge of Scotland (Edimburgo, 1909).

Maitland, no; pero...
No hay prueba de que Maitland fuera masón.
El único indicio es que era parroquiano de la Taberna de los
Masones (Freemason’s Tavern), punto de reunión de los Amigos
del Pueblo (Friends of the People), un grupo parlamentario del
cual el propio Maitland era un miembro prominente.
El líder del grupo era Sir James Mackintosh, un famoso masón (Laurie, The History of Free-Masonry, p. 78) y abogado de la independencia sudamericana.
Mackintosh, otro escocés, era íntimo amigo de Cochrane, el
futuro jefe naval de la expedición a Perú (Thomas, Cochrane, p. 262).
Tampoco hay prueba de que Dundas fuera masón. Sin embargo, no hay dudas sobre el carácter masón de Robert Saunders Dundas, su hijo y secretario privado: en 1801 fue designado Gran Maestre delegado de la Logia Hoyrrod House (St. Luke) No. 44, de Escocia (Robertson, “La vida de Miranda”, p. 338, n.f.).
Sir David Baird, de quien ya dijimos que fue amigo de Popham, invadió (también él) Buenos Aires y, luego, peleó en España contra las fuerzas napoleónicas, fue iniciad o en la logia Canongate Kilwinning No. 2, el 2 de febrero de 1784 (Gran Lodge of Scotland, comunicación personal, 20 de junio de 1999. La
prueba fue hallada por curador del Museo y Biblioteca de la Gran Logia. Robert L. D. Cooper).

La masonería como vínculo utilizado por Miranda
Si bien no pudo hallar la prueba, el principal biógrafo de Miranda sostuvo que, dado “el resto de sus actividades”, era “perfectamente congruente” pensar que el Precursor estaba ligado a
la masonería (Robertson, “La vida de Miranda”, p. 338, n.f.).
No es una mera conjetura; hay indicios que la avalan y han
llevado a otros biógrafos a ser más categóricos.
Miranda llevaba un diario de su vida y, en él, anotó varias visitas a logias europeas. Su biblioteca privada, por otra parte, contenía gran número de obras masónicas. Esto lo destaca una historiadora venezolana, que luego de varios años de investigación en Londres, creyó haber hallado vestigios de la pertenencia de Miranda a una logia llamada La Paz (Blanco-Fombona de Hood, “La masonería y nuestra independencia”, p. 63).
La historiadora venezolana asegura que Pitt también era masón y que la masonería pudo haber sido el canal utilizado por Miranda para llegar hasta el Primer Ministro.

Bolívar, iniciado en París
Fue el mismo Miranda quien, según la misma fuente, presentó a Bolívar.
El 27 de diciembre de 1805 el futuro Libertador de Colombia fue
iniciado en una rama francesa de la logia escocesa St. Andrew )(Blanco-Fombona de Hood, “La masonería y nuestra independencia”, p. 66).
Francia conserva, en la Bibliothèque Nationale, documentos que prueban la pertenencia de Bolívar a la “Rble. L . . . Écossai-
se de St. Alexandre”.
El venezolano, que vivió un año en París, fue Maestro en esa
logia (Blanco-Fombona de Hood, “La masonería y nuestra independencia”, p. 67).

La logia de Cádiz, afiliada a la Gran Reunión Americana de Londres.
En 1807, Miranda fue a Cádiz para establecer una logia en ese puerto español: el único abierto al comercio con las colonias tras la invasión napoleónica de la Península (Mitre, The Emancipation of South America, p. 33).
De acuerdo con Mitre, a principios del siglo 19 la Sociedad
de Lautaro, o de los Caballeros Racionales, tenía ramificaciones por toda España y estaba afiliada a la Gran Reunión Americana, establecida en Londres por Miranda. En Cádiz solamente –precisa Mitre– la sociedad tenía, en 1808, más de 40 miembros, incluyendo algunos notables españoles. Los del primer grado juraban trabajar por la independencia de Hispanoamérica; los de segundo grado se obligaban a no reconocer en Hispanoamérica otro gobierno que aquel establecido por la voluntad libre y espontánea de los pueblos, de acuerdo con los principios republicanos. Mitre nos asegura que San Martín fue miembro
de esa sociedad (Mitre, The Emancipation of South America, pp. 47-48).
Fue en Cádiz, por otra parte, donde San Martín decidió retirarse del ejército español en 1811. Un autor masónico sostiene que todos los miembros de la logia mirandina “tenían que ser masones” (J. Heron Lepper, “Review”, en Transactions of the Quatuor Coronati Lodge N° 2076, vol. 64 (Londres, 1951; publicado en 1953. Lepper murió el 26 de diciembre de 1952 , cf. Librarian and Curator, comunicación personal, 10 de febrero de 1981), p. 81). Por su parte, la masonería argentina afirma, sin aportar pruebas, que “el Libertador fue iniciado masón en la Logia Integridad, de Cádiz, afiliándose posteriormente a la Logia Caballeros Racionales N° 3 de dicha ciudad. Allí recibió el tercer grado de la masonería simbólica, el 6 de mayo de 1808” (Eduardo A. Vaccaro, Gran Maestre, en carta a La Nación, Buenos Aires, 3 de febrero de 1998, p. 14).
El agente de Miranda en el Río de la Plata era Saturnino Rodríguez Peña, el masón (Lappas, La Masonería, p. 337) que liberó a Beresford después de la capitulación de los invasores británicos, en 1807 (Humphreys, Liberation in South America, p. 22).
Rodríguez Peña recibía “una asignación del General Whitelocke y una pensión del gobierno británico” (Humphreys, Liberation in South America, p. 22).

San Martín promovido al 5° grado en Grafton Street 
En Londres, San Martín participó en reuniones de la Gran Reunión Americana, organizadas por Bello y López Méndez en 28 Grafton Street. Allí, el futuro Libertador fue promovido al quinto grado. Esto fue confirmado por Zapiola, en nota a Mitre:

En Londres asistí a la Sociedad establecida en la casa de los Diputados de Venezuela [Grafton Street]. Allí fui ascendido al 5° [grado] como lo fue el General San Martín. Ésta estaba relacionada con la de Cádiz y otras.
Yo he creído que el General Bolívar ha sido el fundador de la Sociedad, o ha tenido una parte en su fundación.
En Londres conocí al Diputado de Caracas [López] Méndez y al Secretario Bello, a [...] Manuel Moreno y otros más.
(Cit. por Horacio Juan Cuccorese, San Martín, catolicismo y masonería (Buenos Aires, 1993), p. 29).

Todos ellos participaban en los “trabajos”, como llamaban a sus reuniones en la casa de Miranda.
Tales reuniones estaban encaminadas a encontrar los modos de establecer gobiernos soberanos en Hispanoamérica.
Cada uno de los que participaban de los “trabajos” había jurado, en la ceremonia de iniciación, “no reconocer por gobierno legítimo de las Américas sino aquél que fuese elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos y trabajar por la fundación del sistema republicano” (Salcedo Bastardo, Crisol, p. 62).

Alvear, Zapiola y Chilavert
Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola y Martiniano Chilavert, con quienes finalmente San Martín se embarcó en
1812 rumbo a Sudamérica, estaban con él en Londres y se unieron a la logia ( Mitre, The Emancipation of South America, p. 34).
Los tres, como San Martín, habían nacido en el Virreinato del Río de la Plata, se habían educado en España, eran oficiales españoles, habían luchado contra las tropas napoleónicas, y habían ido en 1811 a Inglaterra a prepararse para venir a América.
Alvear, que había presidido la Logia Caballeros Racionales N° 3 de Cádiz (Lappas, La masonería, p. 102. Los siguientes datos sobre Alvear provienen de la misma fuente), fundó en Londres la Logia Caballeros Racionales N° 7, secundado por San Martín, Zapiola, Chilavert y otros criollos.
Años más tarde, cuando ejercía una misión diplomática ante el gobierno de los Estados Unidos, fue admitido en la Logia Federal N° 15 de Washington, D.C.
Éste y otros hechos posteriores acreditan su masonería. El 9 de noviembre de 1848 participó de la asamblea de la Gran Logia del Distrito de Columbia y asistió a la colocación de la piedra fundamental de un monumento a George Washington, mandado a erigir por los masones norteamericanos.
Zapiola, que fue secretario de la Logia Lautaro, aparecería años más tarde en distintos registros masónicos. La Gran Logia Central lo reconoció en 1860 como uno de los “fundadores de la Masonería en tierras de América” y a su muerte, en 1874, el Gran Maestre Nicanor Albarellos dictó un decreto de honores por “el Ilustre Hermano que nos dio la libertad junto al Gran Iniciado General San Martín” (Lappas, La masonería, p. 406).

En el nombre, “Lautaro”, estaba cifrado el plan. 
El historiador Vicente Fidel López, cuyo padre, Vicente López y Planes, integró la Logia Lautaro, ha aportado numerosos elementos a la polémica sobre el carácter de la logia.
López fue Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina (1879-1880) y Gran Comendador del Supremo Consejo Grado 33° para la República Argentina (1878-1882) (Lappas, La masonería, p. 262).
Según este autor, el nombre de la Logia Lautaro no tenía que ver con la leyenda que Alonso de Ercilla y Zúñiga narró en su poema La Araucana. Lautaro era una “palabra masónica”, es decir, “simbólica”, que significaba “expedición a Chile” (Vicente Fidel López, Historia de la República Argentina, su origen, su revolución y su desarrollo político hasta 1852 (Buenos Aires, 1887), t. VI, p. 305).
Si esto es así, la expedición a Chile ya debía ser un objetivo de San Martín cuando abandonó España.
Esa expedición debía comenzar, por lo visto, en Buenos Aires.
Fue hacia aquí donde se dirigió San Martín –junto con otros miembros de la Logia– al embarcarse en 1812 en Londres.
Salvo que creamos donde San Martín mintió a sus superiores cuando dijo que dejaba España para dirigirse a Lima, tenemos así (cifrados en el itinerario de la George Canning, el nombre de la Logia Lautaro y el pedido de baja de San Martín en España) los elementos del plan que ejecutó el Libertador:

• El control de Buenos Aires.
• La expedición a Chile.
• El destino final: Lima.

Vía de acceso a secretos británicos.
Si me detengo en la masonería es porque creo que fue, para San Martín, un canal de acceso a ciertos secretos británicos. Para eso, habrá bastado con cualquiera de estos supuestos:

1. Que San Martín haya sido masón.
2. Que la masonería inglesa o escocesa haya tratado a las logias
pseudo-masónicas de americanos independentistas como organizaciones fraternas que, por compartir ciertos objetivos, debían conocer algunos secretos.
3. Que, conociendo los planes y el carácter excepcionalmente
reservado de San Martín, algunos de sus numerosos amigos masones haya compartido con él (si no otros secretos de la masonería) información sobre proyectos en los cuales la masonería servía informalmente el interés del Reino Unido.

Todo mi esfuerzo, en este capítulo, consiste en demostrar que alguno de esos tres supuestos es cierto.
Sé que esto no será bien interpretado por muchos. Bastó que se publicara un anticipo de este libro para que, en 1998, se desatara una falsa polémica.

Católicos vs. masones
La Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones se adelantó a proclamar a San Martín como uno de “sus miembros más conspicuos” (Euardo A. Vaccaro, Gran Maestre, en el diario La Nación, de Buenos Aires, 26 de enero de 1998).
Una asociación sanmartiniana me acusó de atribuirle a San Martín “filiación masónica”, como parte de un supuesto intento de “destruir la imagen del Libertador”. En una réplica pública a argumentos que no son los míos, esa asociación resumió los datos que distintos autores han acumulado para probar que San Martín era católico, apostólico y romano:

• “Fue bautizado”.
• “Contrajo nupcias en misa de esponsales y comulgó durante misa”.
• “El primer artículo del Código Militar que redactó dice:
Todo el que blasfemare el santo nombre de Dios o de su adorable
madre e insultare la religión por primera vez sufrirá cuatro horas de mordaza por el término de ochos días; y por segunda vez será 
atravesada su lengua con un hierro candente y arrojado del cuerpo de Granaderos”.
• “Luego del combate de San Lorenzo ordenó misa y colocó cruces
en las tumbas de los muertos”.
• “Celebró los aniversarios con función de Iglesia”.
• “Juró por Dios y la Patria la Independencia nacional (8 de agosto
de 1816)”.
• “Donó al convento de franciscanos su bastón de general”.
• “Sus tropas usaban el Santo Rosario al cuello y lo rezaban a orden del sargento de semana”.
• “Designó a la Virgen del Carmen como patrona del Ejército de los Andes” (Teniente Coronel (RE) Víctor Rodríguez, presidente, Asociación Cultural Sanmartiniana “Cuna de la Bandera”, en el diario La Capital de Rosario, 22 de abril de 1998).
Con parecidos argumentos fue respondida la afirmación de la Gran Logia: “En el libro del profesor Horacio Juan Cuccorese (San Martín: Catolicismo y Masonería), editado por el Instituto Nacional Sanmartiniano, se demuestra con fuentes solventes que, si San Martín hubiese reportado a esas logias –condenadas por la Santa Sede desde 1738 (“In Eminenti Apostolatus Specula”)– no habría, como lo hizo, contraído matrimonio en la Catedral, en la que recibió la bendición y la comunión, ni dado normas sobre prácticas católicas en el Regimiento de Granaderos y en el Ejército de los Andes, ni entregado el bastón de mando a la Virgen del Carmen, ni declarado en el Estatuto del Protectorado del Perú que la religión del Estado era la católica” (Horacio Walter Bauer, La Nación, 28 de enero de 1998).

En la contra-réplica, la Gran Logia ofreció su propia colección de datos (algunos de ellos faltos de prueba documental) para demostrar que San Martín era masón:

• “El Libertador fue iniciado masón en la Logia Integridad, de Cádiz, afiliándose posteriormente a la Logia Caballeros Racionales
N° 3 de dicha ciudad. Allí recibió el tercer grado de la masonería
simbólica, el 6 de mayo de 1808”.
• “Participó después de la fundación de la Logia Caballeros Racionales N° 7 de Londres, y ya en Buenos Aires, bajo la orientación del doctor Julián B. Álvarez, Venerable Maestro de la Logia Indepenencia, fundó la Logia Lautaro, junto con Alvear, Chilavert, [José Matías] Zapiola, [el barón Edward K. Von] Holmberg y otros”.
• “Después de organizar el Ejército del Norte, marchó a Córdoba,
donde reunió a un grupo de patriotas para iniciarlos en la masonería. El 24 de mayo de 1814–según acta existente– quedó constituída la Logia Lautaro en Córdoba”.
• “San Martín fue designado general en jefe del Ejército de los
Andes el 1° de agosto de 1816 y casi simultáneamente fundó la Logia del Ejército de los Andes, y asumió el cargo de Venerable
Maestro”.
• “En 1821 fundó la Logia Paz y Perfecta Unión, de Lima, que opera inscripta bajo el N° 1 en el Registro de la Gran Logia del Perú”.
• “Ya en el exilio y durante su permanencia en Londres, el prócer
frecuentó las Logias San Andrés N° 52 y San Juan Operativo N° 92, ambas pertenecientes a la jurisdicción de la Gran Logia de Escocia”.
• “Cuando se trasladó a Bruselas, se incorporó a la Logia La Perfecta Amistad, que en su honor mandó a acuñar una medalla de plata cuyo facsímil guardamos”.
• “Al radicarse en Francia, se encontró con Alejandro Aguado, su
hermano en la Logia Integridad de Cádiz. Fueron vecinos, y así es
como figuran las firmas de ambos como participantes de las tenidas masónicas de la Logia Evry” (Vaccaro, La Nación, 3 de febrero de 1998).

La historia vista desde Gran Bretaña
En una comunicación por escrito, la Gran Logia Unida de Inglaterra me aseguró, a través de su Bibliotecario y Curador, que:
La Logia Lautaro no fue una logia masónica sino una sociedad
política secreta. Es posible que haya adoptado algún rito o formas
pseudo-masónicas, pero la masonería regular no tuvo conexión con
la Logia Lautaro y no habría respaldado a esa organización ni sus
actividades (Librarian and Curator, United Grand Lodge of England, comunicación personal, 14 de noviembre de 1980).
Luego de esa enfática negativa, el funcionario masón –claramente interesado en poner tanta distancia como fuera posible entre la masonería británica y la Logia Lautaro– agregó:

Uno de mis predecesores en este cargo, John Heron Lepper, quien fue un lingüista del castellano y una autoridad en asuntos sudamericanos, dejó escrito que, habiendo investigado aquí cada uno de los registros donde podría haber referencias a algún miembro conocido de la Logia Lautaro, no encontró absolutamente ninguna prueba que permitiera conectar a alguno de ellos con la masonería regular inglesa.

Me sorprendió comprobar, poco después, que el funcionario
masón no había citado fielmente a su predecesor. Descubrí, en
efecto, que Lepper había escrito en 1951:

Dónde y cuándo aquellos hombres fueron iniciados en la masonería es un misterio, excepto en el caso de Bolívar, de cuya iniciación en París hay fuertes indicios. Mitos y leyendas han corrido con respecto a los otros famosos líderes latinoamericanos. Yo he investigado sin éxito cada uno de los registros del free hall [sede de la gran logia] donde podría haber referencias a algún miembro conocido de la Logia Lautaro. No obstante, nada es más cierto, en mi opinión, que todos ellos fueron masones, aunque se cuidaron bien de no proclamar conexiones con la masonería. Es posible, y aun probable, que el primer grado de la Logia Lautaro haya sido puramente masónico y los grados subsiguientes enteramente políticos.
(J. Heron Lepper , “Review”, p. 81)

Como se aprecia, las dos versiones difieren. Si en algo coinciden es en la ausencia de toda referencia a San Martín en los registros masónicos de Londres.
El dato importa porque los registros de las dos grandes logias inglesas –unificadas en 1813 para formar la actual Gran Logia
Unida de Inglaterra– están totalmente indexados.
Según la propia Biblioteca de la Gran Logia, si alguien no figura en esos registros es porque nunca fue miembro de la masonería inglesa (J. M. Hamill, Assistant Librarian, United Grand Lodge of England, comunicación personal, 13 de noviembre de 1981).
Está claro, por lo tanto, que San Martín no perteneció a la masonería de Inglaterra.

La orden escocesa
Fue la masonería escocesa, más que la inglesa, la que se vinculó con los revolucionarios hispanoamericanos. Es posible que Duff haya puesto a San Martín en contacto con miembros de la

orden escocesa (Ryrie, Famous Scottish Freemasons).
Eso pudo haber ocurrido en 1811. El Libertador llegó a Gran
Bretaña con “cartas de recomendación” de Duff, y pasó cuatro
meses allí, antes de embarcarse con destino al Río de la Plata.
No es cierto, en cambio, que el Libertador haya “frecuenta-
do” las Logias San Andrés [St. Andrew] N°52 y San Juan Operativo N°92, de la Gran Logia de Escocia, en 1824.
San Martín pasó sólo una semana en Escocia. El lunes 9 de agosto de 1824 tomó un coche en Londres rumbo a Banff, donde se hallaba (y se halla) Duff House: el palacio barroco, estilo romano, que el abuelo de su amigo había mandado a construir ocho décadas antes.
San Martín llegó el viernes 13 y se alojó en la mansión, pero debió esperar a que Lord Fife regresara, el domingo, de un viaje. Los dos amigos apenas pasaron cinco días juntos y, si acaso, tuvieron apenas tiempo para alguna visita a la Logia St Andrew N° 52, en la calle Bridge Street.
El jueves, “el muy ilustre y noble señor don José de San Martín” fue nombrado ciudadano honorario de la ciudad, y el viernes, 20, emprendió el regreso a Londres (Lord Fife a Richard Warton Duff. Duff of Braco Papers, MSS 2727/2/94, Aberdeen University Library, Manuscript and Archives Section).
De cualquier manera, no hay dudas que San Martín tuvo numerosos contactos con masones británicos. Un indicio lo da este libro que tenía en su biblioteca, donada por él mismo a Lima: The Freemason’s Monitor (Versión en francés. Está incluida en el cuaderno que San Martín usó para inventariar, de su puño y letra, los libros donados. Archivo de San Martín, Museo Mitre, caja No. 71.251 Es la colección encuadernada de una publicación masónica).

La Logia de Buenos Aires
Volvamos ahora a 1812. Apenas llegados a Buenos Aires, los pasajeros de la George Canning formaron la Logia Lautaro de esta ciudad. El número 1 era Carlos María de Alvear, secundado por San Martín (Rómulo Avendaño, “La Sociedad Lautaro. Rectificaciones históricas al Señor don José Manuel Estrada”, en Revista de Buenos Aires, 1869, t. XIX, p. 372).
Entre los papeles de Vicente Anastasio Echavarría, “actor de la Revolución y enemigo de los logistas”, se encontró a su muerte “una lista clasificada” de la logia. Valiéndose de esa lista, Mitre se siente en condiciones de afirmar: que, de 55 miembros que formaban parte de [la logia] en aquella época [¿1813?], 4 fueron fundadores, a saber: San Martín, Alvear, [Ramón Eduardo de] Anchoris y Zapiola; que, de ellos, 24 eran del partido personal de Alvear y 13 de San Martín; que 3 formaban parte del Poder Ejecutivo y 26 de la Asamblea Constituyente del año XIII; y por último, que 7 de los logistas de Buenos Aires habían formado parte de las logias Cádiz y Londres, a saber: San Martín, Alvear, Guido, [Prudencio] Murguiondo, [Pablo] Zufriátegui, Malther y Anchoris (Mitre, Historia de San Martín, vol. II, p. 195).
Los nuevos miembros eran admitidos “de acuerdo con el ritual de las logias masónicas”. En los grados superiores se los iniciaba “en los más elevados propósitos de la sociedad”, tras la cual se “escondía la Logia Matriz”, poseedora del “poder supremo”. La Matriz estaba en Londres (Mitre, The Emancipation of South America, p. 47).

Caída de Alvear
La Logia Lautaro fue, como hemos visto en el capítulo 1, protagonista del golpe militar del 8 de octubre de 1812, del cual
participaron Alvear y San Martín.
Luego de eso, la logia asumió el “supergobierno secreto, controlando la totalidad de los nombramientos políticos y militares” (Wright y Nekhom, Diccionario Histórico, p. 437).
Alvear se valió de tales poderes para llegar, a principios de 1815, al cargo de Director Supremo. Muy pronto debería probar su propia medicina. El coronel Ignacio Álvarez Thomas se alzó en abril contra la “administración corrompida” e instó a todas las fuerzas a “negar la obediencia al Gobierno” mientras Alvear siguiera al frente. El coronel Miguel Soler, gobernador intendente de la capital, se plegó al movimiento. Acorralado, Alvear entregó el ejército al coronel Juan José Viamonte y subió a bordo de una fragata inglesa que lo transportaría a su exilio en Río de Janeiro.
Fue un golpe contra Alvear, y sólo contra él. No estaba dirigido a San Martín. Al contrario, éste lo festejó en Mendoza con estas palabras:
La destrucción del tirano Gobierno de la capital exige demostraciones de júbilo e igualmente de agradecimiento al Ser Supremo por haberse dispensado su protección para evadirnos del coloso que se había levantado para oprimir los sagrados derechos de los pueblos (Otero, Historia del Libertador, t. II, pp. 63 y ss.).
¿Qué había pasado? ¿Por qué estos dos “hermanos”, que habían llegado juntos en la George Canning, juramentados a cumplir una empresa en común, terminaban enfrentados?
Conviene revisar los antecedentes de la caída de Alvear. Nos ayudará más tarde, cuando procuremos demostrar que San Martín concibió a Inglaterra sólo como aliada, nunca como señor de nuestros países.
Alarmado Alvear por la restauración borbónica en España (y los rumores que hablaban de un inminente intento de la Corona por recuperar sus colonias de América) sentía, además, el desasosiego de quien tiene más poder formal que real.
El Ejército de los Andes, el Ejército del Norte, los caudillos, tenían más poder que el Directorio Supremo. San Martín, José Rondeau, José Gervasio de Artigas, eran parte de un sistema descentralizado de decisiones que ofendía el orgullo del jefe de gobierno.
Creyendo que “hasta la esclavitud es preferible a la anarquía”,
Alvear escribió dos cartas, una al gobierno de Gran Bretaña y otra a su representante en Río de Janeiro, Lord Strangford. Esas cartas, llevadas por Manuel García a Río, reclamaban el envío de “tropas y un jefe” porque, decía el Director Supremo: “Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes y vivir bajo su influjo poderoso” (Otero, Historia del Libertador, t. II, p. 65).
Éste no era el sentimiento general y, unida a otros errores de Alvear, la misión García puso fin al gobierno de Alvear y a su
hegemonía en la Logia Lautaro.

A Chile con O’Higgins
La sociedad fue reorganizada entonces por San Martín, quien un año más tarde la instaló también en Mendoza.
Allí se incorporó Bernardo de O’Higgins (Piccirilli, San Martín, p. 128), el patriota chileno, exiliado en Cuyo tras la derrota de Rancagua (1814).
O’Higgins era hijo del Marqués de Osorno, un irlandés que servía en el ejército colonial español y había sido virrey del Perú.
Educado en España, el joven O’Higgins había sido habitué de las reuniones de hispanoamericanos en Cádiz y luego, en Londres, discípulo de Miranda.
En Chile, donde fuera, junto a Carrera, promotor de la independencia, O’Higgins había fundado una logia similar a la de
Buenos Aires.
En Mendoza se unió al Ejército de los Andes como jefe de la
división chilena.
A principios de 1817, junto a San Martín, derrotó a los realistas en Chacabuco. Tres días después, asumía el gobierno de Chile, al cual le correspondería la tarea de armar la flota que, para culminar el Plan Continental, debía dirigirse a Perú.
Con el fin de contratar barcos y oficiales en Inglaterra, San
Martín y O’Higgins se valieron de José Antonio Alvarez de
Condarco, un masón (Fabián Onzari, San Martín, la Logia Lautaro y la francmasonería (Buenos Aires, 1964), p. 109). Onzari lo llama, erróneamente, Manuel, que, en la capital británica, enganchó a
Cochrane.

(Continua en la próxima entrega)