martes, 29 de enero de 2013

Congruencia Masónica

El asombro del joven Maestro Masón, fue máximo al encontrarse en ese recinto desconocido hasta ese instante, la enorme sala pintada de un blanco radiante, con largas mesas tapizadas de colores primarios vivos, en el centro de esas mesas, colocadas en forma pentagonal con flores naturales de bellos colores y formas, de las dos columnas pendían y descendían guirnaldas de flores blancas, del Altar se esparcían olores gratos y una luz blanquecina pura parecía elevarse a la inmensidad, diversos candelabros con velas blancas encendidas, el olor a incienso, daba al lugar un ambiente místico que elevaba el espíritu de los presentes, una a una se fueron ocupando las plazas dispuestas para los invitados, en silencio ocupo su lugar y escucho una portentosa voz:
-¡Estamos aquí reunidos con el objeto de lograr el grato recogimiento de nuestras inquietudes, de dar cabal hospitalidad a nuestro afán especulativo y estabilidad a nuestro pensamiento, este recogimiento espiritual es representativo de la Belleza de nuestra Mente que alberga solo los mas altos principios de la moral y la inteligencia puesto al servicio de la nuestra madre tierra y mas allá, porque nuestros intenciones son como la Lámpara de nuestro corazón bajo el signo de Mercurio, que llevan el mensaje de paz, fe, esperanza y caridad con los hemos siempre cumplido, porque la fe en los ideales y la esperanza en realizarlos son el primer deber de todo buen Masón. 

(Nota extraída de CONGRUENCIA MASONICA, que me pareció bella y digna también de ser compartida con los QQ.:HH.:)

sábado, 12 de enero de 2013

Simbologia de los Guantes Blancos

Los guantes, junto con el mandil, constituyen el "traje de faena" del obrero masón; con ellos se reviste mostrando su disposición y firme determinación para cumplir, de acuerdo a su grado, con su trabajo dentro de la Logia, seguro de que ese trabajo habrá de reportarle un justo salario. Significa que es del esfuerzo personal que uno pone por comprender y amar el simbolismo masónico de donde se obtienen las recompensas, que en Masonería son siempre de carácter espiritual. Los guantes son un símbolo de protección y constituyen un recuerdo de aquellos que portaban los antiguos canteros medievales para protegerse de las esquirlas de las piedras que pulían y del roce con las herramientas que manejaban. Tal y como se ven en ciertos grabados de la época, estos eran gruesos, de cuero. También se observa que los maestros los llevaban más finos y blancos, iguales a los que se emplean actualmente en todas las logias, pues se entiende que el trabajo de éstos, como corresponde a su grado, consistía en dirigir los tareas y trasmitir los conocimientos que poseían del oficio a los compañeros y aprendices, en ese sentido los guantes blancos y delicados constituyen un símbolo de mayor dignidad. Así pues, los guantes son un símbolo de trabajo para los masones listos para ponerse "manos a la obra" de forma responsable, esto es, no descuidando tener presente lo fundamental que para la Masonería es la Glorificación al Trabajo. El hecho de haberse conservado este símbolo hasta el punto de que ningún masón entra en la Logia sin llevar los guantes puestos, da cuenta de la importancia que para la Orden tiene mantener vivo su significado y su relación con la idea del trabajo operativo, que en definitiva es aquel que verdaderamente opera una transformación o una alquimia en el individuo que con voluntad se entrega al trabajo iniciático cuya finalidad es el conocimiento del Gran Arquitecto del Universo. 
Por otro lado su color blanco nos indica que se trata también de un símbolo ligado a la idea de pureza e inocencia, idea claramente señalada en el ritual de exaltación al 3º grado (...)
Ello nos estaría indicando que todos los actos del masón deben estar guiados por esas dos virtudes durante el desarrollo de los trabajos dentro de la Logia, esto es, revestidos de pureza y recta intención. 
Hay dos momentos solemnes dentro del ritual en los que se detienen los trabajos y se quitan los guantes, es durante la cadena de unión y en el momento de los juramentos sobre las Tres Grandes Luces; en ambos casos se trata de un símbolo de alianza con el Principio. En el juramento se produce la unión con el Principio Supremo, Gran Arquitecto Universal, y en la cadena la unión es con la cadena iniciática que liga a los masones de todos los tiempos y lugares con quien se establece la unión.

H.'. Sealtiel Enciso P.

viernes, 11 de enero de 2013

Final del Libro Dios y El Estado de Mijail Bakunin


"Resumamos en pocas palabras la doctrina cristiana:

Hay un dios, ser absoluto, eterno, infinito, omnipotente; es la omnisapiencia, la verdad, la justicia, la belleza y la felicidad, el amor y el bien absolutos. En él todo es infinitamente grande, fuera de él está la nada. Es, en fin de cuentas, el ser supremo, el ser único.
Pero he aquí que de la nada –que por eso mismo parece haber tenido una existencia aparte, fuera de él, lo que implica una contradicción y un absurdo, puesto que si dios existe en todas partes y llena con su ser el espacio infinito, nada, ni la misma nada puede existir fuera de él, lo que hace creer que la nada de 85 que nos habla la Biblia estuviese en dios, es decir que el ser divino mismo fuese la nada-, dios creó el mundo.
Aquí se plantea por sí misma una cuestión. La creación, ¿fue realizada desde la eternidad o bien en un momento dado de la eternidad? En el primer caso, es eterna como dios mismo y no pudo haber sido creada ni por dios ni por nadie; porque la idea de la creación implica la precedencia del creador a la criatura. 

Como todas las ideas teológicas, la idea de la creación es una idea por completo humana, tomada en la práctica de la humana sociedad. Así, el relojero crea un reloj, el arquitecto una casa, etc. En todos estos casos el productor existe al crear (?) el producto; fuera del producto, y es eso lo que constituye esencialmente la imperfección, el carácter relativo y por decirlo así dependiente tanto del productor como del producto.
Pero la teología, como hace por lo demás siempre, ha tomado esa idea y ese hecho completamente humanos de la producción y al aplicarlos a su dios, al extenderlos hasta el infinito y al hacerlos salir por eso mismo de sus proporciones naturales, ha formado una fantasía tan monstruosa como absurda.
Por consiguiente, si la creación es eterna, no es creación. El mundo no ha sido creado por dios, por tanto tiene una existencia y un desenvolvimiento independientes de él –la eternidad del mundo es la negación de dios mismo- pues dios era esencialmente el dios creador. 

Por tanto, el mundo no es eterno; hubo una época en la eternidad en que no existía. En consecuencia, pasó toda una eternidad durante la cual dios absoluto, omnipotente, infinito, no fue un dios creador, o no lo fue más que en potencia, no en el hecho. 
¿Por qué no lo fue? ¿Es por capricho de su parte, o bien tenía necesidad de desarrollarse para llegar a la vez a potencia efectiva creadora? 
Esos son misterios insondables, dicen los teólogos. Son absurdos imaginados por vosotros mismos, les respondemos nosotros. Comenzáis por inventar el absurdo, después nos lo imponéis como un misterio divino, insondable y tanto más profundo cuanto más absurdo es. 
Es siempre el mismo procedimiento: Credo quia adsurdum.
Otra cuestión: la creación, tal como salió de las manos de dios, ¿fue perfecta? Si no lo fu, no podía ser creación de dios, porque el obrero, es el evangelio mismo el que lo dice, se juzga según el grado de perfección de su obra. Una creación imperfecta supondría necesariamente un creador imperfecto. Por tanto, la creación fue perfecta 
Pero si lo fue, no pudo haber sido creada por nadie, porque la idea de la creación absoluta excluye toda idea de dependencia o de relación. Fuera de ella no podría existir nada. Si el mundo es perfecto, dios no puede existir.
La creación, responderán los teólogos, fue seguramente perfecta, pero sólo por relación, a todo lo que la naturaleza o los hombres pueden producir, no por relación a dios. Fue perfecta, sin duda, pero no perfecta como dios. 
Les responderemos de nuevo que la idea de perfección no admite grados, como no los admiten ni la idea de infinito ni la de absoluto. No puede tratarse de más o menos. La perfección es una. Por tanto, si la creación fue menos perfecta que el creador, fue imperfecta. Y entonces volveremos a decir que dios, creador de un mundo imperfecto, no es más que un creador imperfecto, lo que equivaldría a la negación de dios. 
Se ve que de todas maneras, la existencia de dios es incompatible con la del mundo. Si existe el mundo, dios no puede existir. Pasemos a otra cosa. 
Ese dios perfecto crea un mundo más o menos imperfecto. Lo crea en un momento dado de la eternidad, por capricho y sin duda para combatir el hastío de su majestuosa soledad. De otro modo, ¿para qué lo habría creado? Misterios insondables, nos gritarán los teólogos. Tonterías insoportables, les responderemos nosotros. 
Pero la Biblia misma nos explica los motivos de la creación. Dios es un ser esencialmente vanidoso, ha creado el cielo y la tierra para ser adorado y alabado por ellos. Otros pretenden que la creación fue el efecto de su amor infinito. ¿Hacia quién? ¿Hacia un mundo, hacia seres que no existían, o que no existían al principio más que en su idea, es decir, siempre para él? (El fin de este manuscrito, si se escribió, no se ha encontrado).".

Extraído del libro Dios y Estado de Mijail Bakunin

domingo, 6 de enero de 2013

El Ara y la Cadena de Unión

Material aparecido en el volumen de arquitectura Símbolo, Rito, Iniciación, La Cosmogonía Masónica (Ed. Obelisco, Barcelona 1992), firmado por Siete M.: M.:.

A L.: G.: D.: G.: A.: D.: U.:


EL ARA Y SU SALUDO RITUAL
Como todos los HH.: sabemos, el Ara es el altar de nuestro T.: que es también nuestro templo y por lo tanto una imagen del cosmos. En el centro de ese espacio, entre la puerta y el Or.: y las Col.: del Norte y del Sur se encuentra nuestro altar iluminado por las llamadas: tres pequeñas luces. 
Esta piedra o ara, por marcar el centro, señala también el eje del taller, es decir, la posibilidad de comunicación alto-bajo, ascendente-descendente, entre la tierra y el cielo que en forma simbólica está representado en el techo. 
Y es a través del rito de nuestros estudios y trabajos, de nuestras ceremonias y gestos invariables que esta comunicación se reactiva y se hace en nosotros, los que nos ponemos entonces en condición de poder recibir los efluvios de lo alto, las inspiraciones emanadas del G.:A.:D.:U.:, las que constituyen todo Conocimiento y Sabiduría. 

Es pues el Ara el punto más importante del Tem.:, a partir del cual, se organiza toda la L.: y los trabajos que en ella se realizan. Es el símbolo de lo invisible por excelencia, que él expresa formal y sensiblemente, y a él mira simultáneamente toda la L.:, tanto el Or.: como los otros puntos cardinales. 
La escuadra y el compás se hallan sobre él simbolizando la unión entre la tierra (la escuadra, el cuadrángulo) y el cielo (el compás, el círculo) ya que él manifiesta el "axis" en el que se conjugan las polaridades. 
Ya sabemos que nuestra L.:, al simbolizar el cosmos, simboliza tanto el macro como el microcosmo puesto que éste es una miniatura de aquél, por lo que el taller es también una imagen de nuestro templo interno y el ara, por ser su punto central, corresponde en el ser humano a su corazón, lugar donde se recibe la palabra y la sabiduría divina -testificadas por el Libro Sagrado que reposa en nuestro altar- lugar de transformaciones y de realización. Hacia esta transmutación están orientados nuestros esfuerzos; lo que es lo mismo que pulir la piedra en bruto, o ir ascendiendo escalonadamente los estadios sucesivos del Conocimiento, que se corresponde con los grados de nuestra Orden. Esta posibilidad de ascenso y superación está siempre presente en el pecho de cada A.:, C.: o M.:, que en virtud de haber recibido la iniciación se halla especialmente cualificado para efectivizar estos símbolos, para hacerlos una realidad interna que vaya actuando en nosotros al ser evocados por la meditación, el estudio y la reiteración ritual. 
Queremos recordar también para finalizar, que el Ara es el lugar en el que efectuamos nuestros juramentos (promesas decimos algunos HH.:), como manifestación visible de una energía invisible y trascendente. 
Sobre ella, como imagen del centro espiritual, y en lo hondo de nuestro corazón, es que hemos aceptado nuestros compromisos internos y hemos prometido cumplirlos, llevarlos a cabo. Esto podría parecer ridículo a aquél que ignorase todo sobre el simbolismo o no hubiera podido salir verdaderamente del mundo profano. Pero no lo es para los Mas.:, los que al comprender el símbolo y el rito en el interior de su corazón, los efectivizan, al vivenciarlos. Por ese motivo es que son tan importantes los gestos rituales, ya que por medio de ellos se renuevan las posibilidades que contienen, pues expresan con exactitud una cosmogonía en movimiento, un cosmodrama, aunque se ignore esta circunstancia. Sin embargo, es obvio comprender que cada vez que pasamos junto al Ara y lo saludamos, no sólo estamos dando una muestra de respeto al símbolo en cuestión y a todo aquello que llevamos dicho acerca de lo que él representa, sino que además renovamos ritualmente nuestros compromisos y promesas masónicas, volviendo a religarnos con ellas precisamente en el lugar de la recepción de las emanaciones del G.:A.:D.:U.:, lo cual constituye un perenne recordatorio de nuestra auténtica calidad masónica. 
Y nos preguntamos, ya para finalizar, ¿acaso no es a esa identificación a la que conduce el caminar "por las vías que nos han sido trazadas" a las que alude el ritual de apertura?
¿Y no son en el fondo esas "vías trazadas" la propia herencia tradicional cuyo origen está en aquel gesto primigenio, y a la que tenemos que actualizar transmitiéndola en el ciclo histórico que nos toca vivir? 

C.: de U.:: 
Como todos conocéis, al final de nuestras ten.: finalizamos el rito con la llamada C.: de U.:. 
Esta cadena que nos une a todos, desde el V.:M.: a los nuevos AA.: tiene, entre otros, dos significados que desearíamos destacar en este momento. En primer lugar, es una imagen en el plano de la cadena vertical que entronca con los orígenes de nuestra Orden y asegura una transmisión regular, a través de los iniciados de todos los tiempos, con el G.:A.:D.:U.:. Esto se produce por medio de nuestros símbolos, ritos y mitos que no son sino manifestaciones prototípicas de arquetipos permanentes que, hoy como ayer, están presentes en el plan y la estructura cósmica. 
En segundo término, y como su nombre lo indica, significa la unión efectiva y real de los integrantes de la L.: en una nueva entidad que rechaza las individualidades para integrarlas en un organismo unitario de energía y alcance mayor por sus propias características transpersonales, conformando así un colectivo cuya fuerza es más grande que la suma de los elementos individuales, como bien lo sabéis por propia experiencia, pues ya habéis participado en su composición. Haciendo la salvedad que esta cadena fraterna no sólo se refiere a nuestra L.:, o a nuestras obligaciones con toda la hermandad Mas.:, sino a la humanidad en general, y en particular a la totalidad de los iniciados que hubieran conocido el camino del conocimiento por otras vías diferentes a la nuestra. 


Debemos recordar sin embargo que cuando comienza a formarse, esta cadena, está incompleta y hay un vacío en ella, un eslabón que aún no ha sido cerrado, por lo que el V.:M.: pregunta: "Q.:H.:, M.: de C.: ¿Por qué está rota la cadena?" 
Y el M.: de C.: responde: 
"Por nuestras imperfecciones V.: M.:". 
Entonces el V.: M.: vuelve a preguntar: 
"¿Cómo podemos cerrarla?" 
Y el M.: de C.: contesta: 
"Con las palabras sagradas de Sabiduría, Fuerza y Belleza. Uno para todos y todos para uno, repetidas tres veces". 
"Cerradla, querido hermano", ordena el V.:M.:, y mientras el M.: de C.: lo realiza, los integrantes de la L.: pronuncian tres veces las palabras sagradas, sus brazos derechos sobre los izquierdos y engarzando los dedos con los de los lados, constituyendo un círculo mágico perfecto de concentración de vibraciones, un dínamo generador, no únicamente capaz de transmitir su fuerza a cada uno de los integrantes, sino la de emanar a otros espacios visibles e invisibles; Una forma activa de la invocación y también un encantamiento de protección para todos aquellos que tienen la gracia de participar en los misterios del Arte Sagrado, los llamados guardianes del Templo de la sabiduría salomónica, imagen de todos los templos, los que como parte de sus funciones deben saber estrechar sus filas y trabajar de modo armónico, tendiente a la perfección.