jueves, 28 de octubre de 2010

SUMARIO DEL PROCESO CONTRA GIORDANO BRUNO (Roma, 1597)

SUMARIO DEL PROCESO CONTRA GIORDANO BRUNO (Roma, 1597)
Volumen de papel, 320 x 245 mm., 429 folios (numeración antigua, en parte equivocada y sin incluir muchos folios blancos), encuadernado en pergamino; en el dorso: VARIA. Censurae.
ASV, Misc., Arm. X, 205, ff. 230v‑231r.
Fuente: ARCHIVO SECRETO DEL VATICANO


En uno de los volúmenes del fondo «Miscellanea Armadi» (Arm.X, 205), quizá compuesto mediante la recopilación de varios escritos del conocido canonista Francisco Peña, auditor y después decano de la Rota (fallecido en 1612), se encuentra un valioso texto que se buscó y se mantuvo secreto durante mucho tiempo y que finalmente fue encontrado en el fondo Pío IX por el prefecto del Archivo Vaticano, Angelo Mercati, el 15 de noviembre de 1940, tras 15 años de investigaciones sin éxito. Se trata del sumario del proceso contra Giordano Bruno. A Mercati se debe también la publicación del sumario con una amplia y consistente introducción, aparecida en 1942.
Al haberse perdido irremediablemente el volumen o los volúmenes del proceso romano contra Giordano Bruno (1548-1600), que en el pasado se habían conservado en el archivo del Sant’Offizio, el presente texto, que procede de los originales (se citan a menudo, en los márgenes del sumario, las páginas del proceso perdido), se convierte en un testimonio todavía más valioso para el conocimiento del largo y enrevesado proceso inquisitorio al que se sometió al célebre fraile dominico. En el sumario confluyeron, probablemente para uso del consejero del Sant’Offizio de la época, extractos de las obras de Bruno, sus declaraciones (es decir interrogatorios), algunos actos del proceso veneciano afrontado por el célebre predicador en 1592 y otros escritos copiados también del proceso original.
El caso humano de Giordano Bruno se concluyó con el proceso romano (1593-1600) y con la sentencia de herejía reconocida, la cual, al perdurar su extrema y resuelta defensa de su inocencia, se convirtió en la aplicación de la pena capital que se ejecutó en Campo dei Fiori el 17 de febrero de 1600. En una de las últimas declaraciones que precedieron a la sentencia (quizá de abril de 1599), el dominico fue interrogado por los jueces del Sant’Offizio sobre su concepción cosmogónica, propugnada sobre todo en La cena delle ceneri, y en el De l’infinito universo et mondi. Él entonces sostuvo sus teorías y defendió que eran teorías con base científica y en absoluto contrarias a las divinas Escrituras (parte izquierda, a partir de la primera línea:
Circa motum terrae, f. 287, sic dicit:Prima generalmente dico ch’il moo et la cosa del moto della terra e della immobilità del firmamento o cielo sono da me prodotte con le sue raggioni et autorità le quali sono certe, e non pregiudicano all’autorità della divina scrittura [...]. Quanto al sole dico che niente manco nasce e tramonta, né lo vedemo nascere e tramontare, perché la terra se gira circa il proprio centro, che s’intenda nascere e tramontare [... ]).
En esas mismas salas en que se interrogaba a Giordano Bruno, por estos mismos cruciales problemas de la relación entre la ciencia y la fe en los albores de la naciente astronomía y en el crepúsculo de la filosofía aristotélica, dieciséis años después habría sido convocado por el cardenal Bellarmino, que ahora contestaba a Bruno las tesis heréticas, Galileo Galilei, que también fue sometido a un célebre proceso inquisitorio que por suerte, al menos en su caso, se concluyó con una simple abjuración.

viernes, 22 de octubre de 2010

TRES PUNTOS QUE CONVERGEN: FRIEDRICH NIETZSCHE

El espíritu libre (24)
"O sancta simplicitas! [¡Oh santa simplicidad!] ¡Dentro de qué simplificación y falseamiento tan extraños vive el hom­bre! ¡Imposible resulta dejar de maravillarse una vez que hemos acomodado nuestros ojos para ver tal prodigio! ¡Có­mo hemos vuelto luminoso y libre y fácil y simple todo lo que nos rodea!, ¡cómo hemos sabido dar a nuestros sentidos un pase libre para todo lo superficial, y a nuestro pensar, un divino deseo de saltos y paralogismos traviesos!, - ¡cómo hemos sabido desde el principio mantener nuestra ignoran­cia, a fin de disfrutar una libertad, una despreocupación, una imprevisión, una intrepidez, una jovialidad apenas comprensibles de la vida, a fin de disfrutar la vida! A la cien­cia, hasta ahora, le ha sido lícito levantarse únicamente sobre este fundamento de ignorancia, que ahora ya es firme y gra­nítico; a la voluntad de saber sólo le ha sido lícito levantarse sobre el fundamento de una voluntad mucho más fuerte, ¡la voluntad de no-saber, de incertidumbre, de no-verdad! No como su antítesis, sino - ¡como su refinamiento! Aunque el lenguaje, aquí como en otras partes, sea incapaz de ir más allá de su propia torpeza y continúe hablando de antítesis allí donde únicamente existen grados y una compleja sutile­za de gradaciones; aunque, asimismo, la inveterada tartufe­ría de la moral, que ahora forma parte, de modo insupera­ble, de nuestra «carne y sangre», distorsione las palabras en la boca de nosotros mismos los que sabemos: sin embar­go, acá y allá nos damos cuenta y nos reímos del hecho de que la mejor ciencia sea precisamente la que más quiere re­tenernos dentro de este mundo simplificado, completamente artificial, fingido, falseado, porque ella ama, queriéndolo sin quererlo, el error, porque ella, la viviente, - ¡ama la vida!"
Sentencias e interludios (63).
"Quien es radicalmente maestro no toma ninguna cosa en se­rio más que en relación a sus discípulos, - ni siquiera a sí mismo".
Nuestras virtudes (231).

"El aprender nos transforma, hace lo que hace todo alimento, el cual no se limita tampoco a «mantener»-: como sabe el fi­siólogo. Pero en el fondo de nosotros, totalmente «allá aba­jo», hay en verdad algo rebelde a todo aleccionamiento, una roca granítica de fatum [hado] espiritual, de decisión y res­puesta predeterminadas a preguntas predeterminadas y ele­gidas. En todo problema radical habla un inmodificable «esto soy yo»; acerca del varón y de la mujer, por ejemplo, un pensador no puede aprender nada nuevo, sino sólo apren­der hasta el final, - sólo descubrir hasta el final lo que acerca de esto «está fijo». Muy pronto encontramos ciertas solucio­nes de problemas que constituyen cabalmente para nosotros una fe sólida; quizá las llamemos en lo sucesivo nuestras «convicciones». Más tarde - vemos en ellas únicamente hue­llas que nos conducen al conocimiento de nosotros mismos, indicadores que nos señalan el problema que nosotros so­mos, - o más exactamente, la gran estupidez que noso­tros somos, nuestro fatum [hado] espiritual, aquel algo re­belde a todo aleccionamiento que está totalmente «allá abajo». - Teniendo en cuenta estas abundantes delicadezas que acabo de tener conmigo mismo, acaso me estará per­mitido enunciar algunas verdades acerca de la «mujer en sí»: suponiendo que se sepa de antemano, a partir de ahora, hasta qué punto son cabalmente nada más que - mis verda­des. –".

(Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal)

TEOREMA: IMMANUEL KANT

TEOREMA: La mera conciencia, pero empíricamente determinada, de mi propia existencia, demuestra la existencia de los objetos en el espacio fuera de mí.
Prueba:
“Tengo conciencia de mi existencia, como determinada en el tiempo. Toda determinación de tiempo supone algo permanente en la percepción. Ese algo permanente, empero, no puede ser algo en mí, porque precisamente mi existencia en el tiempo sólo puede ser determinada por ese algo permanente. Así pues la percepción de ese permanente es posible sólo por una cosa fuera de mí y no por la mera representación de una cosa fuera de mí. Por consiguiente la determinación de mi existencia en el tiempo es sólo posible por la existencia de cosas reales, que yo percibo fuera de mí.
Ahora bien, la conciencia en el tiempo está necesariamente unida a la conciencia de la posibilidad de esa determinación de tiempo; así pues, está también necesariamente unida con la existencia de las cosas fuera de mí, como condición de la determinación de tiempo; es decir, que la conciencia de mi propia existencia es al mismo tiempo una conciencia inmediata de la existencia de otras cosas fuera de mí.”.


(Crítica de la razón pura Immanuel Kant p.n 121/122)

lunes, 18 de octubre de 2010

VERDAD Y PERSPECTIVA: JOSE ORTEGA Y GASSET

“…La realidad, precisamente por serlo y hallarse fuera de nuestras mentes individuales, sólo puede llegar a éstas multiplicándose en mil caras o haces.
Desde este Escorial, rigoroso imperio de la piedra y la geometría donde he asentado mi alma, veo en primer término el curvo brazo ciclópeo que extiende hacia Madrid la sierra del Guadarrama. El hombre de Segovia, desde su tierra roja, divisa la vertiente opuesta.
¿Tendría sentido que disputásemos los dos sobre cuál de ambas visiones es la verdadera? Ambas lo son ciertamente, y ciertamente por ser distintas. Si la sierra materna fuera una ficción o una abstracción o una alucinación, podrían coincidir la pupila de espectador segoviano y la mía. Pero la realidad no puede ser mirada sino desde el punto de vista que cada cual ocupa, fatalmente, en el universo. Aquélla y éste son correlativos, y como no se puede inventar la realidad, tampoco puede fingirse el punto de vista.
La verdad, lo real, el universo, la vida –como queráis llamarlo– se quiebran en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo. Si éste ha sabido ser fiel a su punto de vista, si ha resistido a la eterna seducción de cambiar su retina por otra imaginaria, lo que ve será un aspecto real del mundo.
Y viceversa: cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila, no está otra; lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve otra. Somos insustituibles, somos necesarios. “Solo entre todos los hombres llega a ser vivido lo humano” –dice Goethe. Dentro de la humanidad cada raza, dentro de cada raza cada individuo es un órgano de percepción distinto de todos los demás y como un tentáculo que llega a trozos de universo para los otros inasequibles…”
(José Ortega y Gasset, El Espectador, Salvat Editores, p.21)

Imagen extraída del sitio: http://4.bp.blogspot.com/_NB5BfLiUK_Q/SeDvIEzJFqI/AAAAAAAAAAs/9ey_pn83A3I/S269/OJO+DE+HORUS.gif

jueves, 14 de octubre de 2010

Algunas consideraciones sobre el simbolismo, según Jorgue Sanguinetti

“…En el cuadro de primer grado se acumulan los emblemas como formando un mandala, es decir, un objeto de contemplación cuyos elementos están reunidos y relacionados entre sí por una proximidad, de modo que sus implicancias simbólicas se complementan unas con otras, y son asimiladas en la meditación que los integra en una misma visión. El masón intuye en ellos la razón de ser del Mundo y de la Humanidad, de la propia existencia individual, son un conjunto emblemático de la inmensa realidad del Ser y de todos los seres vivos compartiendo sus existencias, en el Todo Uno y Todo en todas las cosas. Los símbolos son a la izquierda y de arriba abajo; Sol, Teorema de Pitágoras, Escuadra, Nivel y Plomada. En el centro: Escala de Jacob con las letras de Fe, Esperanza y Carida (Faith, Hope, Charity), el Volumen de la Ley Sagrada (la Biblia) coronada por una Escuadra y un Compás, y el símbolo del Sol entre los equinoccios. Sigue la letra “G”, rodeada de rayos y de cuatro dimensiones, las Tres Columnas o Luces Menores y el Pavimento de Mosaico. A la derecha un grupo de Bruta o Tosca, y una Piedra Cúbica con el “Lobo” o agarradera especial para transportarla” (Jorge E. Sanguinetti, Espiritualidad y Masonería, El simbolismo en el grado de aprendiz, p. 120/121).


Obras recomendadas si las hay... Sandrito.